15 de Noviembre 2017
LITERATURA MEDIEVAL – MESTER DE CLERECÍA 2 / musicada -
Guadahumi2
ARCIPRESTE DE HITA -
JUAN RUIZ
En el Libro del Buen Amor el Arcipreste iba presumiendo y
se pone como el protagonista y según dice lo hacía como algo ejemplarizante,
como algo moral y que lo que se debe cumplir son las buenas costumbres y que la
gente no se salga de la senda del bien.
El libro del Buen Amor es muy entretenido poniendo el loco
amor de una manera muy atractiva que es
fácil que los lectores le quieran
copiar, por lo que el Arcipreste dice:
“Aquí tenéis un libro de ejemplos del amor, del loco amor,
pero yo no aconsejo que lo ejerzáis pero si alguno quiere. Aquí tendrán buenos
ejemplos para ello” siendo una contradicción de Juan Ruiz. En el libro se encuentran
ejemplos de todo tipo.
La trotaconventos se llamaba Urraca y era la que le servía
de intermediaria.
El Arcipreste da muchos consejos para el amor mundano, no
el sagrado.
Uno de esos consejos es que lo primero es buscarse una
buena dueña, una buena celestina, que haga todo el trabajo, pues un hombre no
puede entrar a un convento pero una señora vieja y respetable sí haciendo
propaganda de su señor para conseguir una monja.
El Arcipreste además de su trotaconventos también tenía una
mora pues había una sociedad mixta de moros y cristianos y la mora no le quiere
asistir y le dice que no.
Al Arcipreste no siempre le salían bien sus aventuras
amorosas, lo primero que busca es un emisario que le sirva de asistente joven
para que le consiga una doncella, pero el mensajero se la queda él.
El libro de Buen Amor es un libro divertido.
Después de escribir sobre una aventura después siempre
comenta esa aventura en versos más pequeños en forma de moraleja., versos más
ligeros, pero el libro está escrito en cuaderna vía, pero las conclusiones que
saca de los distintos encuentros lo escribe en un verso como una cancioncilla más corta.
Curiosidad:
En la Sierra de Guadarrama cerca del Puerto de los leones,
con un solo león, pasó el Arcipreste por
allí porque dice, había un sitio hace
años un libro del buen amor para que todo el que subiera pudiese leer mientras
descansaba y luego dejarlo donde estaba en una hornacina.
El Arcipreste cuenta
que tuvo una aventura con una señora serrana y decía que ella se empeñaba en
tener relaciones con él y era terrible, bigotuda, gorda, machorra, y le daba de
comer y de beber para engatusarle y como era invierno de dio cobijo.
Juan Ruiz no podía contar como las conquistaba pues eran las
serranas las que lo violan a él y él se dejaba, ellas daban refugio, comida y
bebida a cambio de sexo, pues era lo habitual cuando pasaba algún viajero por
la sierra que por pasar por allí tenían
que pagar el portazgo y si no tenían
dinero pues que lo pagaran en carnes.
DE CÓMO EL ARCIPRESTE FUE A PROBAR LA SIERRA Y DE LO QUE LE ACONTECIÓ CON LA SERRANA
Tercera Serrana - Libro de Buen Amor - pulsar imagen para escuchar:
(Estrofas 950-971)
Probar todas las
cosas el apóstol lo manda; fui a
probar la sierra,
hice loca demanda, perdí pronto la mula, no encontraba vianda;
el que no se conforma
con pan, sin seso anda.
El mes era de marzo,
día de San Meder,
del puerto de Lozoya
fui el camino a
emprender; de nieve y de granizo
no me pude esconder: quien busca lo que tiene, lo propio ha
de perder.
En lo alto del puerto
me encontré en gran rebata:
encontré una vaquera
al lado de una mata;
pregúntele quién era;
respondiome: “¡La Chata!
Yo soy la chata recia,
la que a los hombres ata.” *
“Yo custodio este paso
y su portazgo cojo;
a quien de grado paga,
yo no le causo enojo,
al que pagar no quiere,
muy pronto lo despojo;
págame, o tú verás
cómo trillan rastrojo.”
Tapábame el camino,
pues era muy estrecho,
una vereda angosta
que arrieros habían
hecho. Cuando me vi en apuros, arrecido, maltrecho,
dije: “Amiga, sin gana
el can anda en barbecho.”
“Déjame paso, amiga,
darte he joyas de sierra; si
quieres, dime cuáles
se usan en esta tierra,
pues, según dice el cuento, quien pregunta no yerra; por
Dios, dame posada,
pues el frío me echa en tierra.”
Respondiome la Chata:
“El que pide
no escoge;
ofréceme cualquiera, no hagas
que
me enoje; si algo me das, no temas que la
nieve te moje; te aconsejo que aceptes antes
que te despoje.”
Como dice la vieja,
cuando hila su madeja:
“Comadre, el que no puede
ya más, morir se
deja”, y al
hallarme aterido, asustado y con
queja, le ofrecí alguna alhaja y zurrón de coneja.
Echome a su pescuezo
por mis buenas respuestas,
y a mí no me importó
que me llevara a cuestas:
me libró de pasar
los arroyos y cuestas;
de lo que allí ocurrió
hice las coplas éstas:
Pasando una mañana el
puerto de Malangosto,
asaltome una serrana
apenas asomé el rostro:
“Desdichado, dónde andas? ¿Qué buscas o qué
demandas
por aqueste puerto angosto?”
Respondile a las preguntas
“Me dirijo a Sotos Albos.”
Dijo: “El peligro barruntas por usar tonos tan
bravos, que por esta encrucijada,
que yo tengo bien guardada,
no pasan los hombres salvos.”
Paróseme en el sendero la sarnosa, ruin y
fea: “A fe mía”, dijo, “escudero,
que aquí me estaré yo queda
hasta que algo me prometas;
por mucho que tú arremetas
no pasarás la vereda.”
Díjele: “Por Dios, vaquera, no me estorbes mi
jornada:
aparta de la carrera,
para ti no
traje nada.” Dijo ella: “Entonces torna, por Somosierra
trastorna,
que aquí no tendrás pasada.”
Y la Chata, la endiablada,
¡que san Illán la confunda!, arrojome la
cayada, y volteando la honda,
dijo, zumbando el pedrero,
“Por el Padre verdadero,
tu me pagas hoy la
ronda.”
Había nieve y granizaba; díjome la
Chata luego, que casi me amenazaba:
“Págame o verás qué juego.”
Dije yo: “Por Dios, hermosa, deciros debo una
cosa,
pero que sea junto al fuego.”
Dijo: “Llevarte he a mi casa
y te enseñaré el camino,
haré luego fuego y brasa y te daré pan y
vino; pero, por Dios, dame algo y te
tendré por hidalgo. ¡Buena mañana te
vino!”
Yo, con miedo y aterido, le prometí una
garnacha, y ofrecí
para el vestido un
prendedor y una plancha.
Dijo: “Desde ahora, amigo,
anda acá, vente
conmigo,
no tengas miedo a la escarcha.”
Cogiome fuerte la mano,
en su pescuezo me puso,
y como zurrón liviano
llevome la
cuesta ayuso. “¡Desgraciado!, no te espantes que bien te
daré qué yantes,
como es en la sierra al uso.”
Como ligera camina,
pronto me llevó a su casa; diome allí fuego de
encina, mucho conejo de caza,
buenas perdices asadas,
hogazas mal amasadas y buena carne
de choto.
De vino bueno un cuartillo, manteca de vacas,
mucha,
y mucho queso asadillo,
leche, natas y una trucha; después me
dijo: “¡Hadeduro!,comamos de este pan duro
y hagamos luego una lucha.”
Cuando el tiempo fue pasando,
me fui desentumeciendo;
según me iba
calentando, así me iba sonriendo; contemplome la pastora;
dijo: “Compañero, ahora
creo que voy entendiendo.”
La vaqueriza, traviesa, dijo: “Luchemos
un rato; ahora
levántate apriesa y deja a
un lado ese hato”.
Por muñeca me priso,
tuve que
uanto quiso, y creo que me fue barato.
triunfar en el amor y el primero es ser generoso, pues el
dinero lo puede todo y sin dinero en la bolsa no se consigue nada.
LO QUE PUEDE EL DINERO - Paco Ibañez
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LAS PROPIEDADES QUE TIENE EL DINERO
(Estrofas 490-510)
Hace mucho el
dinero, y mucho se ha de
amar; al torpe hace discreto y hombre de
Respetar, hace correr al cojo y al mudo le
hace hablar; el que no tiene manos, bien lo
quiere tomar.
Aunque un hombre sea necio y rudo labrador,
el dinero le hace
hidalgo y sabedor;
cuanto más tiene uno,
tanto es más su valor; quien
no tiene dinero no
es de sí
señor.
Si tuvieres dinero
tendrás consolación,
placeres y alegrías
y del Papa ración,
comprarás Paraíso,
ganarás salvación: donde hay mucho dinero
Hay mucha bendición.
Yo vi en corte de Roma
do está su Santidad
que todos al dinero
tratan con humildad,
mucha honra le hacían,
con gran solemnidad;
todos a él se humillan
como a la Majestad.
Él hace muchos priores,
los obispos y
abades, arzobispos, doctores, patriarcas,
potestades; a los clérigos necios ábales
dignidades;
hace verdad mentiras
y mentiras, verdades.
Hacía muchos clérigos
y muchos ordenados,
muchos monjes y monjas,
religiosos sagrados,
el dinero les daba
por bien examinados:
a los pobres les culpan
de que son iletrados.
Ganaba muchos juicios,
mucha mala sentencia,
de muchos abogados
era su mantenencia, por
amañar los pleitos
y hacer mala avenencia; y
en fin, por el dinero
se libra penitencia.
El dinero quebranta
las cadenas dañosas;
rompe cepos y grillos,
prisiones
peligrosas; al
que no da dinero le ponen
las esposas: por todo el mundo hace cosas
maravillosas.
Yo vi hacer maravillas
donde mucho se usaba:
a muchos que merecen
morir, vida les daba;
a muchos inocentes
la vida les quitaba;
muchas almas perdía,
muchas almas salvaba.
Hace perder al pobre su morada y su
viña, y sus bienes raíces
y muebles
desaliña; por todo el mundo cunde su
sarna y su tiña;
donde el dinero juzga,
allí el ojo guiña.
Él hace caballeros
de necios aldeanos, condes
y ricoshombres de
unos cuantos villanos; con
el dinero andan
los hombres muy lozanos;
cuantos hay en el mundo
le besan hoy las
manos.
Vi tener al dinero
las mejores moradas,
altas y muy costosas,
hermosas y pintadas;
castillos,
heredades y villas
torreadas al
dinero servían y
por él son
compradas.
Comía muchos manjares
de diversas naturas,
vestía nobles paños,
doradas vestiduras,
lucía joyas preciosas
en saraos y holguras,
ornamentos extraños,
nobles cabalgaduras.
Yo he visto a muchos monjes en sus predicaciones
denostar al dinero
y a las sus tentaciones,
pero al fin, por
dinero otorgan los perdones,
absuelven los ayunos
y ofrecen oraciones.
Pero aunque lo maldicen
los monjes por las
plazas, guárdanlo en el convento, en vasijas y en
tazas: con el dinero ocultan menguas y malas
trazas;
más escondrijos tienen
que tordos y picazas.
Monjes, frailes y clérigos aman a Dios
servir, mas si el
rico barruntan que está
para morir y oyen que su dinero comienza a
retañir, por cuál de ellos lo toma empiezan
a reñir.
Allí están esperando
quién tendrá mejor tuero;
no ha muerto y “Pater noster” le rezan: ¡mal agüero!
Cual los cuervos al asno
le desuellan el cuero:
“Cras, cras lo llevaremos, pues nuestro ya es por fuero.”
Toda mujer del mundo,
y hasta damas de alteza
páganse del dinero
y de mucha riqueza;
yo nunca vi una hermosa
que quisiera pobreza:
donde hay mucho dinero,
allí hay mucha nobleza.
El dinero es alcalde
y juez muy alabado,
es muy buen consejero
y sutil abogado,
alguacil y merino,35
muy audaz y esforzado:
de todos los oficios
es muy apoderado.
En resumen te digo,
entiéndelo mejor:
el dinero es del mundo
el gran
agitador, señor hace del siervo, y
siervo del señor;
toda cosa del mundo
se hace por su amor. *
Una de las cosas fundamentales que cuenta el arcipreste es
que si se quiere tener éxito en el amor hay que tener dinero en el bolsillo
pues si ese falla se acabó el romance.
ELOGIO DE LA MUJER CHIQUITA - Paco Ibañez
DE LAS CUALIDADES QUE TIENEN LAS MUJERES PEQUEÑAS
(Estrofas 1606-1617)
Abreviaros pretendo
la mi predicación,
porque siempre gusté
de pequeño sermón y de mujer pequeña
y de breve razón,
pues lo poco y bien dicho
queda en el
corazón.
Del que mucho habla ríen,
quien mucho ríe es
loco; hay en
mujer pequeña amor grande, no
poco; cambié grandes por chicas, pero al revés no
troco, quien da grande por chica no se duele del
troco.
De que alabe a las chicas
el Amor me hizo ruego;
que elogie sus
noblezas, voy a decirlas
luego.
Cosas diré de ellas
que lo tendréis por juego:
son frías como nieve,
pero arden más que el fuego.
Son heladas por fuera,
pero en amor, ardientes;
en la cama
solaz, juguetonas, rientes,
en la casa hacendosas,
tranquilas, complacientes;
veréis más cualidades
tan pronto paréis mientes.
En pequeño jacinto
se halla gran
resplandor, en azúcar muy poco yace
mucho dulzor, en la mujer pequeña se
encuentra gran amor,
pocas palabras bastan
al buen entendedor.
Es muy pequeño el grano
de la buena pimienta,
pero más que la nuez
reconforta y calienta:
así mujer pequeña,
cuando en amor consienta,
no hay placer en el mundo
que en ella no se
sienta.
Como en la chica rosa
está mucho color,
como en oro muy poco,
gran precio
y gran valor, como en bálsamo poco, yace muy
buen olor, así, en mujer pequeña se esconde
gran amor.
Como rubí pequeño
tiene mucha bondad,
color, virtud y precio
y noble claridad,
así mujer pequeña
tiene mucha beldad,
hermosura, donaire,
amor y lealtad.
Chica es la calandria
y chico el ruiseñor,
pero más dulce cantan
que otra ave mayor;
por eso la mujer
que es chica es la mejor:
en amor es más dulce
que azúcar y que flor.
Aunque son pequeñuelos
papagayo y
orior, cada uno es pajarillo muy dulce
trinador, muy
gracioso y hermoso,
preciado cantador:
como ellos es la dama
pequeña con amor.
Para mujer pequeña
no hay
comparación: terrenal paraíso y gran
consolación, recreo y alegría, placer
y bendición,
mejor es en la prueba
que en la salutación.8
Siempre quise a la chica
más que a grande o mayor;
huir de un mal muy grande
nunca será un
error; del mal tomar lo menos, dícelo el sabedor; así, de
las mujeres, es
mejor la menor.
DE LO QUE LE SUCEDIÓ A DON PITAS PAYAS, PINTOR DE BRETAÑA,
CON SU MUJER Paco Ibañez
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DE LO QUE LE SUCEDIÓ A DON PITAS PAYAS, PINTOR DE BRETAÑA,
CON SU MUJER
(Estrofas 472-485)
Ya te lo he dicho antes,
no olvides a tu dueña,
siempre requieren uso
mujer, huerta y aceña,
la fiesta en soledad
no es la más halagüeña,
nunca quieren olvido:
trovador nos lo enseña.
Muy cierta cosa es ésta:
molino andando
gana, huerta mejor labrada da la mejor
manzana, mujer muy requerida anda siempre
lozana; si esto tienes en cuenta no será tu
obra vana.
Dejó uno a su mujer,
te contaré la hazaña,
si la aprecias en poco,
cuéntame otra
amaña. Era don Pitas
Payas un pintor
de Bretaña, casó con mujer joven que amaba
la compaña.
Antes del mes cumplido
dijo él: “Nostra dona, *
a Flandes volo ir,
te traeré muyta dona.”
Dijo ella: “Monseñer,
andad en hora bona,
Mas no olvidéis la
casa ni la mía persona.”
Dijo don Pitas Payas:
“Señora de
hermosura, querría pintar en vos una buena
figura, para que así os guardéis de hacer
una locura.”
Respondió: “Monseñer,
haced vuestra mesura.”
Pintó bajo su ombligo
un pequeño cordero. Marchó don Pitas
Payas cual nuevo
mercadero; estuvo allá dos años, no
fue
algo pasajero. Cada mes a la dama parece un año entero.
Como estaba la moza
casi recién casada,
había con su esposo
hecho poca morada;
un amante tomó y
vivió acompañada,
deshízose el cordero,
ya de él no queda
nada.
Cuando ella se enteró
que venía el pintor,
muy de prisa llamó
a su nuevo amador;
Dijo que le pintase,
cual pudiese
mejor, en aquel lugar mismo un cordero
menor.
Pero con la gran prisa
pintole un gran carnero,
cumplido de cabeza,
con todo un buen apero;
luego, al día siguiente,
vino allí un mensajero:
que ya don Pitas Payas
llegaría ligero.
Cuando el pintor por fin
de Flandes ya ha venido,
con desdén por su esposa
ha sido recibido;
cuando ya en su morada
con ella se ha metido,
la señal que pintara
no la ha echado en olvido.
Dijo don Pitas Payas:
“Madona, si vos
plaz, mostradme la figura
y tengamos
solaz.” Dijo ella : “Monseñer, vos mismo la
mirad: todo lo que queráis hacer, hacedlo
audaz.”
Miró don Pitas Payas
el sabido lugar y
vio aquel gran carnero
con armas de prestar.
“¿Cómo, es esto, madona?
¿Cómo puede
pasar que yo pinté corder
y encuentro este
manjar?”
Como en estas cuestiones
es siempre la mujer
sutil y mal sabida,
dijo: “¿Qué, monseñer?
¿Petit corder, dos años,
no se ha de hacer carner?
Si vinierais más pronto,
hallaríais corder.”
El combate entre don Carnal y doña Cuaresma
Este sugestivo título da nombre a un cuadro del pintor
flamenco Pieter Brueghel el Viejo, firmado y fechado en 1559, que se conserva
en el Kunsthistorisches Museum de Viena. Se trata de una obra realizada en
pleno Renacimiento, que mezcla de forma sutil elementos recuperados de la
cultura clásica con otros característicos de la tradición medieval.
Aunque la composición es abigarrada y parece un poco
confusa, está bien organizada mediante diagonales, el uso de un punto de vista
elevado y una aplicación uniforme de la luz, que proporciona una claridad
difusa y consigue la impresión de que la imagen se ensancha. En cuanto a su
iconografía, es fácil distinguir dos partes, la de la izquierda ambientada en
las diversiones populares y los vicios del Carnaval, y la de la derecha
dominada por la piedad religiosa y la abstinencia de la Cuaresma. El asunto es
de carácter alegórico, a pesar de que efectivamente muestre una fiesta popular
que se representaba en los Países Bajos desde la Edad Media.
Este poema es un episodio alegórico y se trata de
representar cosas inmateriales como el ayuno y la abstinencia mediante personas
que lo representen y de esa manera la mayoría de la gente de la edad media que
no tenían mucha capacidad de abstracción podían de una manera plástica entender
quienes era don carnal y doña cuaresma.
Es una alegoría con personajes representados de manera
gráfica y plástica de ideas abstractas.
La batalla de don carnal y doña cuaresma es una alegoría, y
dice:
DE LA PELEA QUE TUVO DON CARNAL CON LA CUARESMA
(Estrofas 1067-
1127)
Acercándose
viene un tiempo de Dios, santo; fuime
para mi tierra a
descansar un cuanto; pasados siete días era Cuaresma, tanto que
puso por el mundo
gran miedo y gran espanto.
Estando yo a la mesa
con don Jueves Lardero,
* entregome dos
cartas un rápido trotero;
os diré qué decían,
mas no lo haré ligero pues
las cartas, leídas,
devolví al mensajero.
“De mí, Santa Cuaresma,
sierva del Salvador, 5
enviada por Dios a
todo pecador,
a todos arciprestes
y curas sin amor
salud en Jesucristo,
hasta Pascua
Mayor.”
“Sabed que me dijeron
que hace cerca de un año
que don Carnal se muestra
muy sañudo y huraño,
devastando mis tierras,
haciendo mucho daño,
vertiendo mucha sangre;
con gran pesar me extraño.”
“Y por esta razón,
en virtud de obediencia, os
mando firmemente,
so pena de sentencia, que
por mí y por mi Ayuno
y por mi Penitencia,
que le desafiéis
con mi carta de creencia.”
“Decidle claramente
que de hoy en siete días,
la mi persona misma,
con las mis compañías,
iremos a pelear
con él y sus porfías;
temo no se detenga
en sus carnicerías.” (...) *
20
Las cartas recibidas,
don Carnal orgulloso,
mostrábase esforzado,
pero estaba medroso;
no quiso dar respuesta,
vino muy presuroso
con una gran mesnada,
pues era poderoso.
Cuando llegó el día
del plazo señalado,
acudió don Carnal,
valiente y esforzado,
de gentes bien armadas
muy bien
acompañado; Alejandro ante ellas mostraría
su agrado.
Puso en la delantera
muchos buenos peones:
gallinas y perdices,
conejos y capones,
ánades y lavancos
y gordos ansarones;
allí se ejercitaban,
cerca de los tizones.
Éstos traían lanzas
de peón delantero,
espetos muy cumplidos
de hierro y de madero;
escudábanse todos
con el gran tajadero:
en todo buen yantar
éstos vienen primero
Detrás de los citados
están los ballesteros,
los ánsares, cecinas,
costillas de carneros,
piernas de puerco fresco,
los jamones
enteros; detrás de todos estos vienen los
caballeros.
Las tajadas de vaca;
lechones y cabritos
que por allí saltaban
y daban grandes gritos.
Luego, los escuderos:
muchos quesuelos fritos,
que dan con las espuelas
a los vinos bien tintos.
Traía una mesnada
muy rica de infanzones:
muchos buenos faisanes,
los lozanos pavones,
venían muy guarnecidos,
enhiestos los pendones,
traían armas extrañas
y fuertes guarniciones. (...)
Como es don Carnal
muy rico emperador
y tiene por el mundo
poder como señor,
las aves y las reses
le muestran gran amor y
se acercan humildes,
pero tienen temor.
Estaba don Carnal
ricamente instalado,
ante una mesa llena,
en magnífico
estrado, de todas las viandas hallábase
sobrado;
ante él los juglares,
cual hombre muy honrado.
Delante de él tenía
a su alférez humil,
con la rodilla hincada
y en la mano el
barril: a menudo tañía
con él el añafil;
hablaba mucho el vino,
de todos alguacil.
Cuando vino la noche,
ya después de la cena,
cuando todos tenían
ya la talega llena,
para entrar en contienda
con la dama
serena,
dormidos se quedaron
después de la hora buena. (...)
Hacia la medianoche,
en medio de las salas,
entró doña Cuaresma:
“¡Señor, Dios, Tú me
valgas!” Dieron
voces los gallos y batieron sus
alas; a don Carnal llegaron estas noticias malas.
Como había el buen hombre
en exceso comido
y con la mucha vianda
mucho vino bebido,
estaba muy pesado
y estaba adormecido,
cuando por todo el real
resuena el alarido.
Todos amodorrados
fueron a la pelea;
organizan sus filas,
mas ninguno guerrea.
La tropa de la mar
bien sus armas menea
y lanzáronse a herir,
diciendo todos: “¡Ea!”
El primero de todos
que hirió a don Carnal
fue el puerro cuelliblanco, y le hizo mucho
mal, le obligó a escupir flema, esto fue gran
señal; pensó doña Cuaresma que ya era suyo
el real.
Vino luego en su ayuda
la salada sardina,
que hirió muy reciamente
a la gruesa gallina,
se atravesó en su pico,
ahogándola aína;
después a don Carnal
rompió la capellina.
De parte de Valencia
venían las anguilas,
abiertas y curadas,
en grandes manadillas;
daban a don Carnal
por entre las costillas,
las truchas de Alberche
dábanle en las mejillas. (...)
Allí andaba el atún
como un bravo león, se
enfrentó a don Tocino
, díjole gran baldón;
si no es por la Cecina,
que desvió el pendón,
diérale a don
Lardón en pleno corazón.
De parte de Bayona
venían muchos cazones,
que mataron perdices
y castraron capones;
desde el RIO HENARES
venían los camarones,
hasta el Guadalquivir
ponen sus tendejones.
De Santander vinieron
las bermejas langostas,
muchas saetas traen
en sus aljabas postas, hacían
a don Carnal pagar
todas las costas; las plazas, que
eran anchas,
parecíanle angostas.
El pulpo a los pavones
no dejaba parar,
ni aun a los faisanes
permitía volar, a
cabritos y gamos
queríalos ahogar; con
tantas manos puede
con muchos pelear.
Allí luchan las ostras
con todos los conejos;
con la liebre se enfrentan los ásperos
cangrejos; de
una y otra parte se dan
golpes parejos: de escamas y de sangre van
llenos los vallejos.
Allí combate el conde
de Laredo, muy fuerte:
el congrio en
salazón, que trajo mala suerte
a don Carnal, le acosa y le lleva a la muerte:
muy triste ya se encuentra, inconsolable, inerte.
Si no es por la cecina
con el grueso tocino,
que estaba ya amarillo
y rancio y mortecino,
y no podía de gordo
luchar sin el buen vino,
se encontraría aislado,
rodeado y mezquino.
La mesnada del mar
agrupose en tropel,
picando las espuelas
todos dieron en él;
no quisieron matarle,
tuvieron pena de él: y con todos los suyos, le apresan en cordel.
Trajéron los atados,
para que no escapasen,
ante la vencedora,
antes que se librasen; mandó
doña Cuaresma que
a don Carnal guardasen
y que a doña Cecina
y al Tocino colgasen.
Mandolos colgar alto,
como en una atalaya,
que para descolgarlos
nadie por allí vaya.
Al punto los ahorcaron
en una viga de haya;
el verdugo decía:
“Quien tal hizo, tal haya”.
Mandó que a don Carnal
custodiase el Ayuno,
que estuviese encerrado,
que no lo vea ninguno,
si no estuviese enfermo,
o confesor alguno,
y que sólo comiese al día manjar uno.
En el cuadro de observa como doña cuaresma está pálida y
delgada llevando una pala con dos sardinas y algunos vegetales todo lo que
estaba permitido comer y a su lado se ve don carnal sobre un tonel, gordo,
coloradote bien hermoso y con un espeto con un cochinillo.
RETRATO DEL ARCIPRESTE
Doña Garoza era una monja a la que el Arcipreste solicita
sus favores, y ella antes de decidirse a hacerle el favor le pregunta a la
Trotaconventos que le diga como es el Arcipreste físicamente para poder
contestar, no fuese que no le gustase y Doña Urraca le hace un retrato y lo
hace en tono positivo, para que el asunto prospera y ella llevarse algo y le
dice:
(Estrofas 1484-1489)
Dijo doña
Garoza: “Tengas buena ventura;
de ese Arcipreste quiero
me digas su figura,
y, tal como ella sea,
dime toda su hechura:
no respondas con burlas,
pues te hablo con cordura.”
Diz la vieja: “Señora,
yo le veo a menudo;
fornido tiene el cuerpo,
piernas
grandes, forzudo, la cabeza no chica, velloso,
pescozudo, el cuello no muy alto, pelinegro, orejudo;”
“las cejas apartadas,
negras como el carbón,
el andar muy erguido,
así como el pavón,
el paso sosegado y
de buena razón, la
su nariz es larga,
esto le decompón.” *
“Las encías bermejas,
su habla, retumbal,
la boca no pequeña,
y los labios, igual,
más gruesos que delgados,
rojos como el coral;
las espaldas muy anchas;
las muñecas, tal cual.”
“Ojos tiene pequeños;
la piel, de oscuro trazo;
el pecho prominente
y musculoso el brazo,
bien cumplidas sus piernas; el pie, chico
pedazo.
Señora, no vi más:
por su amor os abrazo.”
“Es ligero, valiente
y muy joven en días; tañedor de instrumentos,
experto en juglarías; galanteador, alegre. ¡Por las zapatas mías!:
tal hombre no se encuentra, sabed, todos los días”
EL RATÓN DE MOHERNANDO
si no estuviese enfermo,
o confesor alguno, y que sólo
comiese al día manjar uno.
29
EJEMPLO DEL RATÓN DE
MOHERNANDO Y EL RATÓN DE
GUADALAJARA *
Volviendo a Guadalajara porque el Arcipreste vició en ese
entorno pues cita a Mohernando y a Guadalajara y en el s-XVIII los escritores
franceses vuelven a escribir sobre el ratón de campo y el ratón de ciudad como
Lafontaine en sus fábulas que eran sobre tópicos antiuguos.
Mur es ratón.
(Estrofas 1370-1384)
Mur de Guadalajara
un lunes madrugaba, y
fuese a Mohernando,
por el mercado andaba;
un ratón de gran barba
recibiole en su cava,
convidole a comer
ofreciéndole un haba.
En mesa pobre está
buen gesto y buena
cara, poca vianda
con buena voluntad se
prepara; a los pocos manjares el placer los
repara; satisfecho quedó
el de Guadalajara.
La comida ya hecha,
el manjar acabado,
convidó el de la villa
al mur de Mohernando,
que si quisiera, el martes fuese a ver su mercado,
y, como él fue suyo,
fuese él su invitado.
CURIOSIDAD: Ya en la Edad Media en la literatura que
hablaba de los mercados como el actual mercadillo de Guadalajara los miércoles,
de manera que la tradición se sigue llevando a cabo.
Fue con él a su casa
y diole mucho queso,
mucho tocino fresco,
que no estaba salpreso,
enjundias, pan cocido,
sin medida y sin peso:
se sintió el aldeano
feliz con todo eso.
Manteles de buen lienzo,
una blanca talega
bien colmada de harina:
el mur allí se pega;
mucha honra y regalos
su compadre le
entrega,
alegría y buen rostro
con todo esto le llega.
Está en la mesa rica
mucha buena vianda, a cual
mejor es todo el
manjar que allí anda, y, además,
buen talante, como
el huésped demanda; placer y
buen yantar a cualquier hombre ablanda.
Mientras comían y holgaban, en mitad del yantar,
la puerta de la sala
empezó a resonar:
su señora la abría,
pues dentro quería entrar,
los ratones, de miedo,
huyen al verla andar.
El de Guadalajara,
veloz se ha refugiado
en su agujero, el huésped
corría de uno a otro lado;
sin encontrar lugar
donde fuese amparado,
en la pared se queda,
en lo oscuro arrimado.
Cerrada ya la puerta
y pasado el temor,
estaba el aldeano
con fiebre y con temblor;
animábale el otro;
dice: “Amigo señor,
alégrate comiendo
de todo a tu sabor.”
“Este manjar es dulce,
sabe como la
miel.” Díjole el aldeano:
“Veneno yace
en él; al que teme la muerte, el panal
sabe a hiel;
para ti solo es dulce,
tú solo come de él.”
“Para el hombre con miedo
no existe dulce
cosa, no le apetece nada,
su faz es temerosa;
con el miedo a la muerte,
ni la miel es sabrosa,
todo resulta amargo
en vida peligrosa.”
“Más quiero roer un haba,
pero seguro, en paz,
que comer mil manjares,
con riesgo y sin
solaz; las viandas mejores, con miedo son
agraz, todo es amargura
donde gran miedo
yaz.”
“No sé por qué me aguardo, si casi aquí me mato
del miedo que he tenido,
cuando bien me lo cato,
si cuando estaba solo,
apareciera el gato y me
alcanzara, allí me
diera muy mal rato.”
“Tú tienes grandes casas,
pero mucha compaña,
comes muchas viandas:
esto es lo que te engaña;
mejor es mi pobreza
en segura cabaña,
porque el hombre mal pisa
y el gato mal araña.”
Con paz y bien seguro
es rica la pobreza,
al rico temeroso
le es pobre su riqueza:
siempre tiene recelo
con miedo y con tristeza;
la pobreza contenta
es segura nobleza.
Este tópico ya fue usado por Horacio en el Elogio a la
aldea y el rechazo de la ciudad porque había
intrigas, inquietud, algarabía y
las cosas más modestas incluso la comida se disfruta mucho más sabiendo que
mientras se come no va a pasar nada malo.
Este era un tópico clásico de cómo era la sociedad en
aquella época y todos los patricios romanos tenían villas en el campo para los
fines de semana, y esa idea iba desde el
mundo clásico a la actualidad.
Se mención al menosprecio de la corte y el elogio de la
aldea como sí la tranquilad fuera todo.
ARISTÓTELES DIJO - Paco Ibañez
Para escuchar disco tocar la imagen:
Este poema no hace el Arcipreste para justificar el libro.
25
AQUÍ
DICE CÓMO, POR NATURALEZA,
LAS
PERSONAS Y LOS ANIMALES
QUIEREN
TENER COMPAÑÍA CON LAS HEMBRAS
(Estrofas
71-76)
Como
dice Aristóteles, y es cosa
verdadera,
el hombre por dos cosas
se
mueve: la primera por haber
mantenencia, la
otra cosa era por conseguir unión con
hembra
placentera.
Si lo
dijese yo, se podría negar,
mas lo
dice un filósofo, no se me ha de
culpar;
de lo que dice el sabio no debemos
dudar,
pues con hechos se prueba su sabio
razonar.
Que el
sabio verdad dice claramente se
prueba:
hombres,
aves y bestias, todo animal de cueva
desean
por natura siempre compaña nueva, y
mucho
más el hombre que otro ser que se
mueva.
Digo
que más el hombre que cualquier
criatura,
pues si
éstas sólo un tiempo se juntan por
natura,
el
hombre, en todo tiempo, sin seso y sin
mesura,
siempre
que quiere y puede hacer esta locura.
Siempre
el fuego prefiere estar bajo ceniza,
pues
antes se consume cuanto más se le
atiza;
el
hombre cuando peca bien ve que se
desliza,
mas no
puede dejarlo, pues natura le entiza.
Y yo,
como soy hombre, y, por tal, pecador,
sentí
por las mujeres a veces gran amor; que
se
prueben
las cosas no siempre es lo peor; el
bien y
el mal sepamos, y escoged lo mejor.
LA
MUERTE DE LA TROTACONVENTOS en 1518
De Cómo
murió Trotaconventos y cómo el arcipreste hace su planto. Con este poema acaba
el libro del Buen Amor
¡Ay muerte! ¡Muerta seas, bien muerta y
malandante!
¡Matásteme
a mi vieja! ¡Matárasme a mí antes!
Enemiga
del mundo, no tienes semejante:
de tu
memoria amarga nadie hay que no se espante.
Al que
hieres tú, Muerte, nadie lo salvará,
humilde,
bueno, malo, noble, no escapará;
a
todos te los llevas, diferencia no habrá,
tanto
el Rey como el Papa ni chica nuez valdrá;
no
respetas parientes, señorío, amistad;
con
todo el mundo tienes continua enemistad,
no
existe en ti el amor, clemencia, ni piedad,
sino
dolor, tristeza, mucha pena y crueldad.
Jamás
nadie de ti se ha podido esconder
y
ninguno ha podido contigo contender,
la tu
venida triste no se puede entender;
cuando
llegas, no quieres a ninguno atender.
Dejas
el cuerpo yerto a gusanos en huesa,
el
alma la separas del cuerpo con gran priesa,
no
está el hombre seguro de tu carrera aviesa,
de
hablar sobre ti, muerte, espanto me atraviesa;
eres
de tal manera del mundo aborrecida
que,
por bien que lo quieran al hombre, aquí, en la vida,
al
punto que tú llegas con tu mala venida,
todos
huyen de él luego, como de res podrida;
aquellos
que gustaban en vida su compaña
aborrécenlo
muerto, como a una cosa extraña,
sus
parientes y amigos, todos le tienen saña,
todos
huyen de él, como si fuese araña;
cuando
tú vienes, muerte, son luego aborrecidos
por
padre y por madres sus hijos muy queridos;
por
amigas, amigos deseados, servidos;
por
mujeres leales, los sus buenos maridos.
Haces
al que es muy rico yacer en gran pobreza:
no
tiene ni una blanca de toda su riqueza,
el que
en la vida es bueno y de mucha nobleza
es
hediondo en la muerte y lleno de vileza.
No se
encontrará un libro, un escrito, una carta,
hombre
sabio ni necio que de ti buen departa;
nada
existe en el mundo que bien de ti se parta;
excepto
el cuervo negro que de ti, muerte, se harta;
le
dices cada día que pronto le hartarás.
Como
el hombre no sabe cuando le matarás,
Si
bien pudiere obrar, sea hoy: valdrá más
que el
esperarte a ti y a tu amigo cras-cras;
señores,
no queráis ser amigos del cuervo:
temed
sus amenazas y no cumpláis su ruego.
El
bien que hacer pudiereis hacedlo luego, luego,
que
moriréis mañana, pues la vida es un juego:
la
salud y la vida muy rápida se muda,
y en
un punto se pierde, de esto no cabe duda;
<<el
bien te haré mañana>> es expresión desnuda:
vestidla
con las obras antes que muerte acuda.
Quien
porfía en mal juego pierde mucho y no cobra,
piensa
que tendrá suerte y halla mala zozobra;
amigos,
sed atento, realizad buena obra,
pues,
al venir la muerte, todo lo demás sobra.
Cuando
copan la banca, muchos piensan ganar,
mas,
rodando los dados, les viene un mal azar.
Junta
el hombre tesoros e intenta disfrutar,
pero,
al llegar la muerte, debe todo dejar;
pierde
luego la voz y aun el entendimiento;
de sus
muchos tesoros, de su amontonamiento,
no
puede llevar ni escribir testamento:
los
dineros juntados dispérsalos mal viento;
y,
cuando sus parientes la su muerte barruntan
para
heredarlo todo a menudo se juntan,
cuando
por su dolencia al médico preguntan,
si él
habla de sanarlo, como mal se lo apuntan.