INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA MEDIEVAL
Desde el siglo V y hasta el XV fue un periodo también en la
que filosofía medieval, que centró sus análisis en la economía feudal, las
teocracias (cristianas y islámicas), los estamentos medievales, la libertad del
hombre y los límites de la razón.
Pero estos temas puntuales no fueron lo que la diferenció de
lo ocurrido en otras etapa, sino que fue la compatibilidad entre la fe y la
razón lo que la definió, como “Creo para entender”.
Tomás de Aquino (1225
– 1274, Italia)
Tomás de Aquino - Tommaso d'Aquino, nació
en Roccasecca,1 Italia, 1224/1225-Abadía de Fossanova, 7 de marzo de
1274, fue un teólogo y filósofo católico
de la Orden de Predicadores, el principal representante de la enseñanza
escolástica, una de las mayores figuras de la teología sistemática y, a su
vez, una de las fuentes más citadas de su época en metafísica, hasta el punto
de, una vez muerto, ser considerado el referente de las escuelas del
pensamiento tomista y neotomista, Doctor Angélico, Doctor Común y Doctor de la
Humanidad, nominaciones dadas por la Iglesia católica, la cual lo recomienda
para los estudios de filosofía y teología.
Sus obras más conocidas son la Summa
theologiae, compendio de la doctrina católica en la cual trata 495 cuestiones
divididas en artículos, y la Summa contra gentiles, compendio de apología
filosófica de la fe católica, que consta de 410 capítulos agrupados en cuatro
libros, redactado a petición de Raimundo de Peñafort.
Fue muy popular por su aceptación y
comentarios sobre las obras de Aristóteles, señalando, por primera vez en la
historia, que eran compatibles con la fe católica. A Tomás se le debe un
rescate y reinterpretación de la metafísica y una obra de teología
monumental,3456 así como una teoría del Derecho que sería muy consultada
posteriormente.7 Canonizado en 1323, fue declarado Doctor de la Iglesia en
1567 y santo patrón de las universidades y centros de estudio católicos en
1880.
Su festividad se celebra el 28 de enero.
Teólogo, metafísico y principal
representante de la educación escolástica, fue quien recuperó los escritos
aristotélicos y el primero que vio compatibles los comentarios del filósofo
griego con la fe católica.
Prolífico e influyente, tuvo una
experiencia mística un año antes de morir que puso fin a su carrera como una
figura pública. Algunas revelaciones divinas que lo trastornaron, según el
registro de sus más íntimos confidentes, le impidieron seguir escribiendo.
“La fe es una gracia divina que Dios da a
los hombres que elige y la razón se origina también en Dios; todos los hombres
tienen razón, pero no todos tienen fe”, intentando poner fin a la idea de la
doble razón.
San
Agustín (354 – 430, Imperio Romano)
Agustín de Hipona, san Agustín o, Aurelius Augustinus Hipponensis (Tagaste, 13
de noviembre de 354-Hippo Regius, 28 de agosto de 430), Santo, y Doctor de la
Iglesia católica.
El «Doctor de la Gracia» fue el máximo
pensador del cristianismo del primer milenio y según Antonio Livi uno de los
más grandes genios de la humanidad. Autor prolífico, dedicó gran parte de su
vida a escribir sobre filosofía y teología, siendo Confesiones y La ciudad de
Dios sus obras más destacadas.
Venerado por la Iglesia católica, Iglesia
ortodoxa, Iglesias orientales, Iglesia anglicana
Agustín de Hipona, conocido también como
san Agustín o, en latín, Aurelius Augustinus Hipponensis (Tagaste, 13 de
noviembre de 354-Hippo Regius, 28 de agosto de 430),1 es un santo, padre y
doctor de la Iglesia católica.
El «Doctor de la Gracia» fue el máximo
pensador del cristianismo del primer milenio y según Antonio Livi uno de los
más grandes genios de la humanidad. Autor prolífico dedicó gran parte de su
vida a escribir sobre filosofía y teología, siendo Confesiones y La ciudad de
Dios sus obras más destacadas.
Tuvo una vida ligada a fe católica siendo
uno de los de los principales pensadores del cristianismo en el primer milenio.
Se lo conocía como el “Doctor de la
Gracia” y es considerado uno de los filósofos más influyentes de la Edad Media,
no porque haya vivido y analizado sus sociedades (su muerte fue anterior a la
caída del imperio romano) sino porque fue fuente de inspiración de toda una
generación posterior.
“Dios no manda cosas imposibles, sino que
al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas, pedir lo que no puedas
y te ayuda para que puedas”, fue una de sus frases más recordadas.
Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio
(480 – 524, Roma)
Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio (en
latín, Anicius Mānlĭus Torquātus Severinus Bŏēthius) (Roma, c. 480 – Pavía,
524/525Su, en el Reino ostrogodo de Italia hijo de Manlius Boethius.
Filósofo, estadista, escritor, musicólogo,
teórico de la música, político y matemático y senador, Su actividad de senador
la compaginó con su faceta como estadista y autor de tratados sobre distintas
disciplinas como la música, la aritmética o la astronomía.
Perteneciente a una familia de gran
importancia, que dio tres Papas a la Iglesia católica, Boecio abarcó un amplio
abanico de temas como el destino, la justicia y la fe, pero también la música,
la aritmética, la geometría, la astronomía y la teología.
En su obra más famosa, La consolación de
la filosofía, que escribió en prisión, mantiene un fluido diálogo con la
filosofía, a quien le atribuye un rol femenino.
En ella departe sobre la naturaleza de la
felicidad humana, los problemas del mal y el bien, la providencia y la libertad
del hombre, el destino y el azar.
Sus pensamientos rivalizaban con San Agustín
y Aristóteles y tuvo una importancia central en la teología cristiana. “Si hay
un Dios, ¿de dónde proceden los males? Y si no existe, ¿de dónde se originan
los bienes?”, fue una de sus frases más recordadas.
Filósofo latino nacido hacia el año 480.
Estudió en Roma, su ciudad natal, según el modelo retórico-filosófico del
clasicismo. Completó sus estudios en Atenas y desempeñó cargos importantes en
la corte del rey Teodorico. Más tarde, acusado de traición, fue encarcelado y
ajusticiado. Boecio se propuso traducir al latín las obras de Aristóteles y de
Platón, pero el trabajo quedó incompleto, apenas alcanzó a traducir la
Introducción al Organon (Isagoge) de Porfirio y parte del propio Organon de
Aristóteles. Su obra más famosa es De consolatione philosophiae, escrita
durante su año de prisión. En ella la filosofía, bajo forma de mujer, se
aparece a Boecio e intenta consolarlo demostrándole que la verdadera felicidad
consiste en el desprecio de los bienes de este mundo y posesión de un bien
imperecedero, que coincide con la providencia universal que gobierna todas las
cosas. Boecio escribió también tratados de aritmética (De arithmetica), de
música (De música), y de teología (Opuscula theologiae, cinco libros).
Aunque no haya sido un filósofo original,
Boecio tiene el mérito de haber transmitido a la escolástica de la Edad Media
muchos conceptos de la lógica y de la metafísica aristotélica. Además, sus
manuales sobre matemáticas se utilizaron durante el medievo como fuente casi
única para conocer la ciencia griega.
San Anselmo de Canterbury (1033 – 1109,
Italia)
San Anselmo de Canterbury O.S.B. (Aosta,
1033-Canterbury, 1109). Se le conocido como Anselmo de Aosta, por el lugar
donde nació, o Anselmo de Bec, si se atiende a la población donde estaba enclavado
el monasterio del cual llegó a ser prior. Fue un monje benedictino que fungió
como arzobispo de Canterbury durante el periodo 1093-1109. Destacó como teólogo
y filósofo escolástico. Doctor de la Iglesia.
Como teólogo, fue un gran defensor de la Inmaculada
Concepción de María y como filósofo se le recuerda, además de por su célebre
argumento ontológico, por ser padre de la escolástica.
Considerado el padre de la escolástica,
discípulo de Lanfranco, basaba su enseñanza en la meditación, que según él
justificaba la existencia de Dios.
Su principal punto de discusión fue la
relación entre la fe y la razón, lo que llevó a que muchas de sus preguntas
quedarán sin responder. Pensaba que no anteponer la fe, era presunción; sin
embargo, no apelar a continuación a la razón era negligencia.
“No busco, en efecto, entender para creer,
sino que creo para entender. Pues creo esto, porque si no creyere, no
entendería”, fue una de sus frases más recordada.
Sus obras más relevantes fueron
Monologio.
Proslogio y la respuesta que el mismo
Anselmo hiciera a las objeciones de Gaunilo Lo que a esto responda el autor del
mismo libro.
De Grammatico.
De veritate.
De De libertate arbitrii.
De casu diaboli.
Epístola sobre la encarnación del verbo.
Cur Deus Homo.
Sobre la concepción virginal y el pecado
original.
De procesione spiritis sancti
Las epístolas sobre el sacrificio de los
ázimos y fermentados.
Sobre la concordia de la presciencia
divina y la predestinación y de la gracia de Dios con el libre albedrío.
Además de estas obras se conservan 19
oraciones, 3 meditaciones y 472 cartas personales. De toda esta vasta
producción, sólo el De Grammatico es un libro en su totalidad dedicado a temas
profanos, en este caso, se trata de un ejercicio dialético. Todas sus demás obras
conservadas tienen una motivación teológica.
Guillermo de Ockham (1280 – 1349,
Inglaterra)
Guillermo de Ockham, también Occam, Ockam,
o varias otras grafías (en inglés: William of Ockham) (1288-1349) fue un fraile
franciscano, filósofo y lógico escolástico inglés, oriundo de Ockham, un
pequeño pueblo de Surrey, cerca de East Horsley. Como miembro de la Orden
Franciscana dedicó la vida a la pobreza extrema. Murió a causa de la peste negra.
Se le conoce principalmente por la Navaja de Ockham, un principio metodológico,
y por sus obras significativas en lógica, medicina y teología.
Su obra principal fue la Navaja de Ockham, un principio
metodológico, y por sus obras significativas en lógica, medicina y teología
Dedicó su vida y su obra a la pobreza
extrema, y fue acusado de herejía por estudiar la relación entre el papado y la
doctrina de la pobreza, lo que le valió numerosos enemigos, acusó a Juan Pablo
XXII de hereje, fue uno de los metafísicos más importantes de su época, y se
destacó por su teoría metodológica en la que establecía: “Siempre debe optarse
por una explicación en términos del menor número posible de causas, factores o
variables”, impulsó una serie de ideas que motivaron las constituciones
occidentales y las democracia liberales con sus formulaciones sobre la responsabilidad
limitada del poder.
“El hombre y la mujer han nacido para
amarse; pero no para vivir juntos. Alguien ha hecho observar que los amantes
célebres de la historia han vivido siempre separados”, fue una de sus frases
más polémicas.
San
Isidoro de Sevilla (560 – 636, España)
Isidoro de Sevilla (en latín: Isidorus
Hispalensis; nacido probablemente en Cartagena, c. 556-Sevilla, 4 de abril de
636) fue un eclesiástico católico erudito polímata hispanogodo. Fue arzobispo
de Sevilla durante más de tres décadas (599–636) y canonizado por la Iglesia
católica. Es uno de los Cuatro Santos de Cartagena.
Obispo y teólogo de la España visigoda.
Hacia el año 600 sucedió a su hermano Leandro como arzobispo de Sevilla, cargo
que ostentó hasta su muerte. Promovió la creación de escuelas catedralicias y
presidió el concilio de Toledo, que marcó la unificación litúrgica de la España
visigoda e impulsó la formación cultural del clero. Autor prolijo, escribió
tratados filosóficos, lingüísticos e históricos. De entre sus numerosas obras
destacan: De natura rerum, De ordine creaturarum, Regula monachorum y, sobre
todo las Etymologiae. Dividida en veinte libros, constituye un enorme tratado
en el que se contemplan todos los ámbitos de saber de la época, desde las artes
hasta el derecho o la mineralogía. Muy leído durante la Edad Media, fue el
primero de los grandes compiladores medievales. Fue canonizado en 1598, y en
1722 el papa Inocencio XIII lo declaró doctor de la Iglesia.
Su obra más reconocida fue Etimologías,
una enciclopedia en la recorre la evolución del conocimiento desde la
antigüedad pagana hasta el cristianismo de su presente.
Isidoro tuvo una gran influencia durante
la Edad Media y el Renacimiento, sobre todo por sus concepciones sobre la
historia y la filosofía. Huérfano desde pequeño, entendía que la conciencia y
la voluntad del hombre pueden vencer las duras dificultades de la vida.
Su obra Etimologías.
Medicina es la ciencia que protege o
restaura la salud del cuerpo, y su campo de acción lo encuentra en las
enfermedades y las heridas. A ella le incumben no sólo los remedios que procura
el arte de quienes con toda propiedad se llaman médicos, sino, además, la comida,
la bebida, el vestido y el abrigo; todo aquello, en fin, que sirve de defensa y
protección, gracias a lo cual nuestro cuerpo encuentra salvaguardia frente a
los ataques y peligros externos.
El nombre de “Medicina” deriva su nombre de “medida”, es
decir, de la moderación; y se llamó así, según se cree, porque no se emplea en
grandes proporciones, sino poco a poco; y es que la naturaleza, con lo mucho,
sufre tribulaciones; en cambio, con lo comedido, siente placer. De modo que
quienes beben, en exceso o con asiduidad, pócimas y antídotos, suelen padecer
enfermedades. La consecuencia de todo exceso no es la salud, sino el peligro de
la misma.
Sobre los inventores de la medicina. Entre
los griegos, Apolo pasa ser el autor y descubridor de las artes médicas. Su
hijo Esculapio la desarrolló con una dedicación digna de encomio. Pero después
de que Esculapio murió, fulminado por un rayo, el arte de curar, según se dice,
estuvo prohibido. La ciencia pereció al par de su artífice, y permaneció
soterrada durante casi quinientos años, hasta los tiempos de Artajerjes, rey de
los persas. En esta época sacóla de nuevo a la luz Hipócrates, descendiente de
Esculapio y nacido en la isla de Cos.
Sobre las tres escuelas médicas. Los tres
personajes citados concibieron otras tantas escuelas. La primera de todas, la
“metódica”, ideada por Apolo, iba acompañada de medicamentos y conjuros. La
segunda, la “empírica”, o experimental, fue patrocinada por Esculapio, y se
basaba, no en los indicios que proporcionaban los síntomas, sino únicamente en
la experiencia. La tercera era la “lógica”, es decir, la racional, y su autor
fue Hipócrates. Este último, después de decidir sobre las circunstancias de la
edad del paciente, de la zona, de las enfermedades, buscaba mediante el raciocinio
el remedio de la ciencia; e investigaba, poniendo en juego la razón, cuál era
la causa de las enfermedades. Los empíricos no seguían más que la experiencia,
mientras que los lógicos sumaban el raciocinio a la experiencia. Los metódicos
no tenían en cuenta ni el examen de los síntomas, ni las circunstancias
temporales, ni la edad, ni las causas, sino únicamente la existencia misma de
las enfermedades.
Se destacó como escritor, siendo uno de
los autores más prolíficos de su generación, con obras que incluían desde
tratados literarios, ficciones, biografías y cuestiones filosóficas.
“Filosofía es el conocimiento de las cosas
humanas y divinas junto con el deseo de una vida honesta”, fue una de sus
tantas frases célebres.
Pedro Lombardo (1100-1160, Italia)
Las enseñanzas de Lombardo pronto ganaron
reconocimiento. Puede suponerse que esta atención es lo que impulsó a los
canónigos de Nuestra Señora para ofrecerle un puesto entre ellos. Era
considerado un celebrado teólogo en 1144. La escuela parisina de canónigos no
habían incluido entre ellos un teólogo altamente considerado durante años.
Murió a finales de julio de 1160. Su epitafio y tumba estaba en la iglesia de
San Marcelo en París antes de ser destruida durante la Revolución francesa. El
epitafio mencionaba su fama como autor de los Cuatro Libros de Sentencias y
glosas sobre los Salmos y epístolas paulinas
Conocido como “Maestro de las Sentencias'”
procedía de una familia pobre, pero enseguida encontró poderosos patrocinadores
que le permitieron recibir una buena educación, primero en Bolonia, luego en
Francia, en Reims, adonde llegó con una carta de recomendación de Bernardo, y
en París, cuando era el cuartel general del saber. Aquí se quedó, en estrecha
relación con la escuela de San Víctor, cuyo director Gilduin St. Bernard le
recomendó en una carta que todavía existe. Enseñó teología en la escuela
catedralicia de Notre-Dame, encontrando tiempo para elaborar las obras que le
darían fama. Sus fechas pueden ser fijadas solo aproximadamente.
Sus obras más importantes fueron:
Comentarios a los Salmos y a San Pablo. Son principalmente una compilación de
exégesis patrística y medieval a la manera de los profesores de entonces y de
las antiguas "Catenae".
Sermones. Manuscritos, frecuenteente alegóricos
y siempre muy metódicos en sus divisiones; algunos de ellos se reimprimieron
entre las obras de Hildebert de Lavardin y otros.
Las
Sentencias. Quatuor libri Sententiarum. es sobre todo esta obra teológico la
que hizo famoso a Pedro Lombardo y el que le da un lugar especial en la
historia de la teología en la Edad Media. Por ello se le llama "Magister
Sententiarum", o simplemente el "Magister", esta orbra esta
dividida en cuatro libros, el primero sobre Dios y de la Santísima Trinidad, de
los atributos de Dios, de la Providencia, de la predestinación y del mal, el
segundo, de la creación, del trabajo de los seis días, de los ángeles,
demonios, la caída, la gracia y del pecado, el tercero, de la Encarnación, la
redención, virtudes, y de los diez mandamientos y el cuarto sobre los
sacramentos en general, los siete sacramentos en particular y los novísimos:
muerte, juicio, infierno y cielo.
Pedro Lombardo intentó un camino por en
medio de las dos tendencias opuestas tendencias de su época. Toma libremente de
Abelardo, cuya obra no había perdido su fascinación a pesar de las condenas de
Soissons y Sens, aunque está en guardia contra sus errores.
No desea hacer de la doctrina cristiana un
tema de controversia a la manera de los “garruli ratiocinatores" contra los
que tiene que defenderse. Pero no duda en exponer de forma racionada los
diferentes puntos de la doctrina: no es otra cosa que el método seguido con
mayor éxito y profundidad por Santo Tomás de Aquino.
Hace uso completo de la Biblia y de los
Padres pero nunca llega a rehusar a la razón su papel debido. Es aquí donde son
especialmente útiles para él las obras de la escuela de San Víctor.
A pesar de la cauta objetividad de todo el
tratamiento, algunas de las proposiciones establecidas en las Sentencias fueron
consideradas erróneas años después.
Los ataques a la doctrina trinitaria y
cristológica de Pedro. Walter de San Víctor afirma que en el III concilio de
Letrán en 1179 se propuso condenar las Sentencias, pero otros asuntos
impidieron la discusión de lo propuesto. Desde mediados del siglo XIII la
universidad de París rechazó su adhesión a ocho proposiciones, de un alto
contenido técnico, y Buenaventura declinó insistir en ellas.
La característica más destacada del método
de Pedro es la cauta y discreta reserva en su tratamiento de los problemas
dogmáticos, muestra una fuerte inclinación a no entrar en especulaciones,
intentando presentar simplemente la enseñanza recibida de la Iglesia, no entró
en disputas sobre la Escritura y la razón, la autoridad y la filosofía, no era
capaz de dilucidar los términos técnicos de las escuelas filosóficas; las
autoridades, antiguas y posteriores, a las que siguió habían trabajado con esos
términos, explicando y asumiendo que las
bases de sus decisiones están en las Escrituras, los Padres y los antiguos
concilios con sus credos, procede antes de nada a proponer una pregunta,
ofreciendo a continuación una solución, a través de uno o más pasajes
patrísticos.
El Libro de la Sentencias, de Lobardo, es
considerado la obra literaria más importante del cristianismo después de la
Biblia.
El autor compiló en este libro, de cuatro
tomos, fragmentos bíblicos, mezclados con leyendas de personajes de la Iglesia
y pensadores medievales, sin dejar fuera a ninguna de las celebridades de la
Edad Media.
Averroes
(1126 – 1198, España)
Fue un estudioso de las leyes islamitas, además de comentar la obra de Aristóteles y desarrollar algunos conceptos sobre medicina.
Centró su estudio filosófico
principalmente en determinar cómo piensa el ser humano, más puntualmente en
establecer cómo se llega a la formulación de verdades universales, siguiendo
los conceptos de Aristóteles.
Conocido como “El Comentador”, por
desglosar todas las frases del genio griego, su distinción entre el conocimiento
humano y el divino fue su gran aporte.
Averroes aparece como el protagonista del
cuento La busca de Averroes en El Aleph, de Jorge Luis Borges, y es uno de los
personajes de la novela Dos años, ocho meses y veintiocho noches de Salman
Rushdie.
San Buenaventura de Fidanza
Juan de Fidanza, conocido como san
Buenaventura de Bagnoregio (Bagnoregio, Toscana, Italia; 12171 o 1218 - Lyon;
15 de julio de 1274) fue un santo y místico franciscano, obispo de Albano y
cardenal italiano que participó en la elección del papa Gregorio X. Fue
discípulo de Alejandro de Hales,2 y llegó a ser General de la Orden
franciscana. Figura señera de la espiritualidad franciscana, fue proclamado
doctor de la Iglesia en 1588.
Nacido bajo el nombre de Juan, se hizo
conocido como el “Doctor Seráfico” por sus textos sobre la fe y el amor a
Jesús, en los que mantenía un encendido tono discursivo.
Erudito y dueño de una inteligencia
destacada, se le criticaba su exceso de juicio que le impedían ser más profundo
en sus análisis. Con una visión ontológica y mística, siguió las obras de San
Tomé y Lombardo.
Juan Escoto Erígena (810 – 877, Irlanda)
Juan Escoto Eriúgena o Erígena (c. 810-c.
877) fue un destacado filósofo del renacimiento carolingio.
Este filósofo se destacó por su
explicación de la realidad mediante una metodología racional que contradecía el
dualismo religioso basado en que Dios y el mundo son cuestiones diferentes
Además, Erígena rechaza la creencia
cristiana de que el universo fuera creado de la nada y establecía a Dios como
el punto más alto de toda la evolución.
Ramon Llull
Escultura de Ramon Llull, de Pere de Sant
Joan (1398). En la iglesia de San Miguel de Palma. Es uno de los principales
pensadores laicos de la Edad Media y fue quien comenzó a utilizar el idioma
catalán en la escritura. Además, se le atribuye a Llull ser un visionario de
las teorías sobre la gravedad y la memoria.
Pero sin dudas fue una aparición de Jesús
lo que guió su obra. Dejó su familia y peregrinó hasta un monte, donde se
recluyó en el estudio. “El amor nace del recuerdo, vive de la inteligencia y
muere por olvido”, fue una de sus frases más celebres.
Su nombre es usado en escuelas, instituciones
educativas y gubernamentales, y hasta un meteorito fue bautizado en su honor.
Avicena
(980 – 1037, Persia)
Miniatura Avicena
Ibn Sina o Avicena (por su nombre
latinizado) es el nombre por el que se conoce en la tradición occidental a Abū
‘Alī al-Husayn ibn ‘Abd Allāh ibn Sĩnã (en persa: ابو علی الحسین ابن عبدالله ابن
سینا; en árabe: أبو علي الحسین بن عبدالله بن سینا; Bujará, Gran Jorasán, c. 980
– Hamadán, 1037). Fue médico, filósofo, científico, polímata, musulmán, de
nacionalidad persa por nacimiento.1 Escribió cerca de trescientos libros sobre
diferentes temas, predominantemente de filosofía y medicina.
Sus textos más famosos son El libro de la
curación y El canon de medicina, también conocido como Canon de Avicena. Sus
discípulos le llamaban Cheikh el-Raïs, es decir 'príncipe de los sabios', el
más grande de los médicos, el Maestro por excelencia, o el tercer Maestro
(después de Aristóteles y Al-Farabi).
Es asimismo uno de los principales médicos
de todos los tiempos.
Autor de 300 libros, es considerado uno de
los médicos más importantes de la historia y es el inventor de la traqueotomía.
Escribió La Curación, descripta como la
obra más grande (en dimensiones e importancia) producida por un solo hombre, y
es el filósofo islámico más estudiado y analizado.
“El vino es el amigo del sabio y el
enemigo del borracho. Es amargo y útil como el consejo del filósofo, está
permitido a la gente y prohibido a los imbéciles. Empuja al estúpido hacia las
tinieblas y guía al sabio hacia Dios”, escribió.
Avicena es considerado también uno de los
alquimistas más famosos de la historia.
Maimónides (1135 – 1204 )
Maimónides en hebreo משה בן מימון nació en Córdoba, 30 de marzo de 1135 murió
en El Cairo, 12 de diciembre de 1204, fue un médico, rabino y teólogo judío de
al-Ándalus. Tuvo importancia como filósofo en el pensamiento medieval.
Fingió su conversión al islam pero siempre
profesó el judaísmo. Dio cobijo a su maestro Averroes hasta que finalmente
emigró a Egipto, donde alcanzó el reconocimiento.
Su principal obra, Mishneh Torah, le valió
el mote de Segundo Moisés, por su aporte a la evolución del judaísmo. Lo que
también le costó numerosas críticas, incluso fue catalogado como hereje por
algunos fanáticos tradicionales.
Se considera que su principal aporte
filosófico fue intentar asentar la teología judaica sobre los principios de la
razón aristotélica. “Es mejor y más satisfactorio liberar a mil culpables que
condenar a muerte a un solo inocente”, escribió.
Jean
Buridan (1300 – 1358, Francia)
Obra bizantina sobre el asno de Buridan
Jean Buridán (Béthune, Francia, c. 1300 -
c. 1358), en latín Joannes Buridanus, fue un filósofo escolástico francés y uno
de los inspiradores del escepticismo religioso en Europa.
Destacó en los estudios de lógica y en los
comentarios a Aristóteles. Fue defensor del principio de causalidad. Como autor
de trabajos teóricos en óptica y mecánica, formuló una noción de inercia
intentando explicar el movimiento con la teoría del ímpetu. Su nombre está
frecuentemente asociado al experimento mental conocido como el «asno de
Buridán».
Es famosos por ser quien desarrollo la
paradoja:
Dios existe
Ni la proposición anterior ni esta son
ciertas.
La conclusión final es que,
necesariamente, Dios existe pero…
Es celebre por sus aporte al silogismo, la
determinación natural y el dinero, y es el autor de la teoría del “asno de
Buridan” (nombre que él nunca utilizó), que detalla la muerte de una animal
entre dos montones de comida ante la falta de racionalidad.
El asno de Buridán es el nombre que se le
da al animal que protagoniza un antiguo argumento de reducción al absurdo
contra Jean Buridan (1300 - 1358), teólogo escolástico discípulo de Guillermo
de Ockham, defensor del libre albedrío y de la posibilidad de ponderar toda
decisión a través de la razón. Para satirizar su posición, algunos críticos
imaginaron el caso absurdo de un asno que no sabe elegir entre dos montones de
heno (o, en otras versiones, entre un montón de avena y un cubo de agua), y que
a consecuencia de ello termina muriendo de inanición (o de sed). Se trata,
según algunos, de una paradoja, ya que, pudiendo comer, no come porque no sabe,
no puede o no quiere elegir qué montón es más conveniente, ya que ambos
montones le parecen iguales. Aristóteles, en el De Cælo, ya se había preguntado
cómo un perro confrontado ante dos cantidades idénticas de alimento podría
comer.
El ejemplo del asno que muere de hambre
por indecisión parece inverosímil, pero es posible imaginar casos menos
extremos y más intuitivos de la misma paradoja: piénsese en alguien que sigue
la máxima de hacer siempre primero lo que es más urgente y, enfrentado ante
varias tareas urgentes, su propia deliberación acerca de cuál es la tarea
prioritaria le hace perder valiosísimo tiempo. O piénsese en una persona que
ama a dos pretendientes ¿puede amarlos a ambos con la misma fuerza y perderlos
a ambos por culpa de su indecisión?
Racionalidad y simetría
Asno de Buridán metafórico respecto a la
decisión del canal interoceánico en 1900
El problema es un ejemplo del uso del
principio de razón suficiente formulado siglos más tarde por Leibniz, según el
cual si no hay una razón suficiente para que una cosa suceda en vez de otra, el
principio afirma que no sucede nada, la situación inicial no cambia. La paradoja
del asno de Buridán aplica el principio anterior a una situación de simetría
bilateral. Otro contexto en el que se suele aducir la paradoja es como
argumento de reducción al absurdo del racionalismo para justificar la fe
religiosa. Como el asno muerto de hambre, debemos supuestamente tomar una
decisión no racional para evitar quedar paralizados en una duda sin fin. Un
contra-argumento típico responde que es perfectamente racional reconocer que
ambas opciones son igualmente buenas y escoger arbitrariamente una en vez de
morir de hambre.
Racionalidad y valor
Por otra parte, en un contexto de
interpretación ligeramente distinto al anterior, el significado atribuido a la
paradoja es que permite reconocer que ya sea que consideremos racional o no a
la decisión, la misma estará siempre impregnada de la noción de valor. Pues la
situación planteada en la paradoja conduce a la inmovilidad porque propone al
asno dos opciones de igual valor. Pero la mayoría de las decisiones humanas se
basan en la percepción de una diferencia de valor; más allá de que tal
valoración pueda considerarse racional o no.
15- Pedro Abelardo (1079 – 1142, Francia)
Dedicó su vida a la música, la poesía, la
enseñanza y el debate, y es considerado uno de los genios de la lógica,
siguiendo los preceptos de Boecio, Porfirio y Aristóteles.
Su misión teórica fue conciliar el
realismo y el nominalismo. Además, expuso un controvertida idea en la que
reclamaba que la fe estaba limitada por los principios racionales. Su filosofía
crítica fue considerada de avanzada en la Edad Media.
Se refiere a una situación paradójica en
la que un asno que siempre tenía opciones bien diferenciables para realizar su
elección, un día es colocado exactamente entre dos montones de heno de igual
tamaño y calidad. La duda lo llevará a morirse de hambre ya que no podrá tomar
ninguna decisión racional sobre cuál de los dos montones será su comida. Si
bien ha sido nombrada en homenaje al filósofo francés Jean Buridan, la paradoja
no fue originada por Buridán originalmente, sino por Aristóteles, que
ejemplifica el pensamiento ante una decisión con opciones equilibradas o
demasiado balanceadas, con un hombre que permanece inmóvil con tanta sed como
hambre entre dos mesas. Una con bebidas y otra con comida. La paradoja es que
la supuesta igualdad de condiciones puede condenar a elegir cualquier opción,
pero la idea principal no era esa, sino la de elegir siempre la mejor opción.
Habiendo dos opciones igual de “mejores” o “peores”, el panorama se complica.
Se entra en ciclos de razonamiento complejos y el final es el que todos
conocemos: la indecisión.
John Duns Scoto (1266 – 1308, Escocia)
Juan Duns Scoto (en inglés: John Duns
Scotus) (Duns, Escocia, 1266-Colonia, Alemania, 8 de noviembre de 1308) fue un
teólogo escocés perteneciente a la escolástica. Ingresó en la orden franciscana
y estudió en Cambridge, Oxford y París; fue profesor en estas dos últimas
universidades. La sutileza de sus análisis le valió el sobrenombre de «Doctor
Sutil». Se le consideró santo y se le veneró sin mediar canonización. El 20 de
marzo de 1993 el Papa Juan Pablo II confirmó su culto como beato.
Basó su obra en tratar de comprobar la
existencias de Dios y en construir un sistema filosófico sólido y coherente. Es
el autor más reconocido de la filosofía escotista y el mayor racionalista de la
Edad Media.
Utilizaba un hábil y complejo método de
análisis, para defender la doctrina de la Inmaculada Concepción y encontrar
pruebas rigurosas sobre la existencia de Dios, que le valieron el apodo de
“Doctor Sutil”. Su vida llegó al cine
con la película La vida de Duns Scoto de Fernando Muraca.
San
Alberto Magno (1206 – 1280, Alemania)
Proclamado Doctor de la Iglesia el 16 de
diciembre de 1931 por el papa Pío XI
San Alberto Magno (Lauingen, Baviera, 1193/1206-Colonia,
15 de noviembre de 1280) fue un sacerdote, obispo doctor de la Iglesia,
destacado teólogo, geógrafo, filósofo y figura representativa de la química y
en general, un polímata de la ciencia medieval. Su humildad y pobreza fueron
notables.
San Alberto Magno es el patrono de los
estudiantes de Ciencias Naturales y es uno de los iniciadores del sistema
escolástico. Fue un encuentro con la Virgen María cuando intentaba escapar de
la escuela en la que estudiaba lo que lo convirtió en uno de los teóricos más
importantes de su época.
Destacado por su gran memoria, en ese
viraje místico escuchó que perdería toda su sabiduría antes de morir. Un fallo
en su memoria en una de sus clases, le dio indicios de que el final estaba
cerca, por eso se retiró, mandó a construir su lápida y poco después falleció.
San Alberto Magno fue un destacado
teólogo, filósofo y hombre de ciencia. Su humildad y pobreza fueron ejemplares.
Estudió en Padua, donde tomó el hábito de
Santo Domingo de Guzmán y profundizó en el conocimiento de la filosofía
aristotélica, y en París, doctorándose en 1245. Enseñó en algunas de las pocas
Universidades que existían en ese momento en Europa, también desempeñó su
trabajo en distintos conventos a lo largo de Alemania.
En la universidad de París tradujo,
comentó y clasificó textos antiguos, especialmente de Aristóteles. Este gran
trabajo enciclopédico sentó las bases para el trabajo de su discípulo Santo
Tomás de Aquino. También trabajó en botánica y en alquimia, destacando por el
descubrimiento del arsénico en 1250. Sus obras, recogidas en 21 volúmenes,
fueron publicadas en Lyon en 1629.
En 1259, fue ordenado obispo de la sede de
Ratisbona, remediando algunos de los problemas que tenía la diócesis. En 1263,
el Papa Urbano IV aceptaría su renuncia, permitiéndole volver de nuevo a la
vida de comunidad en el convento de Wurzburgo y a enseñar en Colonia.
Murió a la edad de 87 años en Colonia.
Está enterrado en la cripta de la Iglesia de San Andrés, en Colonia.
Fue beatificado en 1622 y el 16 de
diciembre de 1931, Pío XI, proclamó a Alberto Magno Doctor de la Iglesia lo que
equivalía a la canonización. Su fiesta en la Iglesia Católica se celebra el 15
de noviembre. San Alberto es el patrono de los estudiantes de ciencias
naturales, ciencias químicas y de ciencias exactas.
Roger Bacon (1220 – 1292, Inglaterra)
Roger
Bacon (Ilchester, c. 1214 - Oxford, 1294) fue un filósofo, protocientífico y
teólogo escolástico inglés, de la orden franciscana (tradicionalmente, su
nombre se cita seguido por las siglas O.F.M.). Es conocido por el sobrenombre
de Doctor Mirabilis (‘doctor admirable’, en latín). Las fuentes bibliográficas
suelen castellanizar su nombre como Rogelio Bacon, pronunciándose su apellido a
veces como palabra llana y a veces como palabra aguda (habiéndose de escribir
en ese caso con tilde —Bacón—).1
Inspirado
en las obras de Aristóteles y en autores árabes posteriores como Alhacén,2
puso considerable énfasis en el empirismo y ha sido presentado como uno de los
primeros pensadores que propusieron el moderno método científico.
El
“Doctor Admirable”, es considerado el padre del empirismo, un teoría filosófica
con foco en la experiencia, la percepción sensorial y el conocimiento.
Comenzó
como difusor de la obra de Aristóteles pero luego fue uno de sus mayores
críticos, desarrolló teorías en diferentes campos y sembró la Edad Media de
nuevos conocimientos sobre el mundo.
Filósofo,
científico y teólogo inglés cuyos acercamientos a la ciencia desde una
perspectiva experimental preludiaron la crisis que experimentaría en el siglo
siguiente la filosofía escolástica. Roger Bacon estudió en Oxford y se trasladó
a París en 1236; tras hacerse franciscano, comentó las obras de Aristóteles y,
desde 1247, se dedicó a estudios científicos.
escribió los
tratados De los espejos y De la multiplicación de las especies, y una
Metafísica; sin embargo, en 1257, se le prohibió enseñar y volvió a París. A
instancias de su protector, el papa Clemente IV, emprendió los Communia
naturalium (un balance de la ciencia de su época), que abandonó para escribir
el Opus maius (1267-1268), obra que envió al papa junto con la ya citada sobre
las especies y otras dos (Opus minus y Opus tertium), y escribió también un
Compedio del estudio de la filosofía.
En 1277 el
general de los franciscanos, Jerónimo de Ascoli, tachó de sospechosas sus obras
(sobre todo por sus ataques a San Alberto Magno y a Santo Tomás de Aquino);
condenadas sus tesis, estuvo en prisión hasta 1292. Ya en libertad, no pudo
concluir su Compendio del estudio de la teología.
Científico
avanzado a su tiempo, captó los errores del calendario juliano, señaló los
puntos débiles de la astronomía de Ptolomeo, indicó en óptica las leyes de
reflexión y los fenómenos de refracción, comprendió el funcionamiento de los
espejos esféricos, ideó una teoría explicativa del arco iris, describió
ingenios mecánicos (barcos, coches, máquinas voladoras) y tomó de los árabes la
fórmula de la pólvora de cañón.
Difusor (en
París) y luego crítico de Aristóteles, Roger Bacon adoptó una doctrina de los
universales de tipo conceptualista y propuso la «ciencia experimental» como
alternativa a la dialéctica escolástica; sin embargo, todo ello se basaba en
una cosmovisión creyente, según la cual la ciencia se apoya en la teología (don
divino) y la filosofía -su servidora- procede de la revelación desde Adán.
Roberto
de Grosseteste (1175 – 1253, Reino Unido)
Roberto
Grosseteste (1175 - 1253) nacido en Stradbroke, franciscano, fue un filósofo
escolástico, erudito en casi todos los ámbitos del saber de su época y
desempeñó el cargo de Obispo en Lincoln (Inglaterra) durante el siglo XIII.
Uno
de los precursores de la filosofía moderna, era erudito y logró llegar a la
universidad gracias a la ayuda de sus amigos pues venía de una familia muy
pobre.
Prolífico
y dueño de una capacidad de análisis que sorprendía a sus pares, se destacó por
sus aportes sobre la historia natural, el calor, el movimiento, el sonido, los
colores, la luz, la presión atmosférica, el arco iris, el astrolabio, los
cometas, la nigromancia, la brujería y la agricultura, ue uno de los primeros
en exponer una teoría sobre el multiuniverso y el “Big Bang” .
Estudió
en Oxford y París. A su regreso a Inglaterra entró al servicio de William de
Vere, obispo de Hereford y cuando éste murió fue a Oxford como profesor, siendo
rector scolarum y en 1224 primer rector de los franciscanos en Oxford. Durante
este periodo gozó de diversas promociones, incluyendo dos prebendas en Lincoln
y los archidiaconados de Wilts, Northampton y Leicester. En 1235 fue nombrado
obispo de Lincoln, que era entonces la sede más grande de Inglaterra. Su
administración episcopal estuvo marcada por su avance de los intereses
espirituales, haciendo uso en ocasiones de medidas arbitrarias. Atacó la
corrupción y condenó la incompetencia del clero, instituyendo una visitación
sistemática de su diócesis. Fue especialmente severo con las instituciones
monásticas, removiendo a siete abades y cuatro priores en el primer año. Su
vigor levantó tal oposición que en 1237 le intentaron envenenar. En 1239
comenzó su larga batalla con el capítulo de Lincoln, que le negaba el derecho
de visitación. Finalmente suspendió al deán, excomulgó al prior y marchó a Lión
para conseguir una decisión papal del caso, que fue a su favor por una bula de
Inocencio IV del 25 de agosto de 1245. Grosseteste regresó a Inglaterra como
obediente agente del papa, aunque pronto su actitud experimentaría un profundo
cambio, ante las pretensiones papales. En 1250 visitó de nuevo al papa en Lión,
donde el 13 de mayo predicó un sermón en el que declaraba que la corte papal
era el origen de todos los males en la Iglesia, amonestando sobre la necesidad
de elegir pastores competentes. A su regreso a su diócesis atacó a los
eclesiásticos italianos que estaban abandonando las parroquias inglesas. Halló
que los ingresos anuales de los funcionarios extranjeros en Inglaterra
nombrados por Inocencio sumaban setenta mil marcos, más de tres veces los
ingresos del rey. Al negarse a admitir a un italiano ignorante del inglés a un
rico beneficio en su diócesis, fue suspendido temporalmente en 1251. A
principios de 1253 rechazó admitir a Federico de Lavagna a una canonjía en
Lincoln, a la que había sido designado por su tío Inocencio IV. En una directa,
pero respetuosa carta, el obispo le dijo al pontífice que era su deber hacer
nombramientos para la edificación, no para la destrucción de la Iglesia
(Epist., cxxviii). Esta carta ha hecho más por perpetuar la fama de Grosseteste
que cualquiera de sus otras obras.
Su
relación con el Estado fue de independencia. Reprendió a los eclesiásticos por
detentar oficios civiles y afirmó que a Pedro le pertenecen las dos espadas, no
derivando la autoridad del obispo en ningún caso del poder civil. No solo se
atrevió a desafiar los mandatos reales en su diócesis, como el de la
legitimación de los hijos nacidos antes del matrimonio, sino que dijo al rey
las verdades más crudas, rechazando en más de una ocasión instalar a sus
comisionados en sus puestos, amenazando incluso con la excomunión al ofensor
regio. Como Lutero antes de la dieta de Worms, Grosseteste había confiado en el
papa y esperaba que de Roma llegara la solución para la corrupción eclesiástica
en Inglaterra. Decepcionado, se apartó rápidamente de cualquier veneración por
el pontífice cuando le sorprendió la muerte. En una observación hecha en su
lecho de muerte al clérigo erudito y médico John de St. Giles, dio una
definición de herejía, preguntándose si no la cumplía el papa. 'Fue el abierto
represor del papa y el rey, censor de prelados, corrector de monjes, instructor
de clérigos e incansable examinador de los libros de la Escritura y demoledor
enemigo de los romanos', según Matthew Paris. Fue enterrado con gran pompa en
Lincoln, estando presente el arzobispo de Canterbury y varios obispos en su
funeral, lo que contradice la declaración de que el papa lo había excomulgado.
Aunque se atribuyeron milagros en su tumba no fue canonizado, a pesar de los
intentos de Eduardo I (1307) y los prelados.
Grosseteste
ha sido llamado 'pionero de la Reforma', siendo el primer eslabón en la cadena
en ese sentido, refiriéndose Wyclif a él y citando sus protestas contra Roma,
de la misma manera que Lutero citó a Hus y éste a Wyclif. En su temperamento
tempestuoso recuerda a Lutero. No sólo Wyclif, sino también otros, como el
obispo Hall, se deleitaron en hallar en el obispo de Lincoln apoyo para sus
ideas bíblicas, o como Richard Field para usar su nombre contra las
pretensiones del papa, de autoridad suprema en la Iglesia. Grosseteste fue uno
de los hombres de más saber de su tiempo y un autor voluminoso. Sus escritos
incluyen obras sobre teología, comentarios sobre Aristóteles y Boecio, ensayos
sobre filosofía mental y física, traducciones de autores griegos y poemas
franceses, e incluso obras sobre administración doméstica. Una lista de sus
obras recogida en Life de Pegge, enumera veinticinco impresas en cuarto.
Fragmendo
de su obra Comentario a los nombres divinos, VII:
'Este
bien en sí es alabado por los sagrados teólogos, como también lo bello y la
belleza... Ya la belleza es armonía y adecuación de sí a sí misma y de cada una
de sus partes a sí misma y entre ellas y armonía del todo y del todo mismo
todas las cosas. Ya Dios, sumamente simple, es suma armonía y adecuación, sin
posibilidad alguna de disonancia o discrepancia, no sólo en armonía con todas
las cosas, sino además fuente de la propia armonía del ser para todas las
cosas. En efecto, el mal, que es discorde de la bondad, es nada. A causa de
esto Dios es belleza y bello en sí.'
San
Bernardo de Claraval (1091 – 1153, Francia)
Sancti
Bernardi vera effigies, grabado de Jacob Neefs para la Sancti Bernardi [...]
Pulcherrima & Exemplaris Vitæ Medulla del abad Boudelo, Amberes, 1653.
Bernard
de Fontaine, conocido como Bernardo de Claraval o en francés, Bernard de
Clairvaux, (castillo de Fontaine-lès-Dijon, (Borgoña), 1090 — Abadía de
Claraval, Ville-sous-la-Ferté, Champaña-Ardenas, Francia, 20 de agosto de 1153)
fue un monje cisterciense francés y abad de la abadía de Claraval, reformador
monástico francés, canonizado en 1174 (Castillo de Fontaines, Dijon, 1091 -
Claraval, 1153). Procedente de una familia noble, siguió desde muy joven su
vocación religiosa. Ingresó en 1112 en la abadía cisterciense de Cîteaux y muy
pronto, en 1115, pasó a dirigir el nuevo monasterio de Clairvaux (Claraval).
Con
él, la orden del Císter se expandió por toda Europa y ocupó el primer plano de
la influencia religiosa. Participó en los principales conflictos doctrinales de
su época y se implicó en los asuntos importantes de la Iglesia. En el cisma de
Anacleto II se movilizó para defender al que fue declarado verdadero papa, se
opuso al racionalista Abelardo y fue el apasionado predicador de la segunda
Cruzada.
En
ambos monasterios impuso el estilo que pronto se extendería a toda la Orden del
Císter: disciplina, austeridad, oración y simplicidad. Tales ideales le
enfrentaron con Pedro el Venerable, abad de Cluny, pues suponían un ataque
directo contra la riqueza de los monasterios, la pompa de la liturgia y el lujo
de las iglesias cluniacienses.
San
Bernardo de Claraval fue un defensor de los derechos políticos y económicos del
papa: su mediación en favor de Inocencio II en el conflicto que le enfrentaba
con el antipapa Anacleto II (1130-37) se vio recompensada con importantes
privilegios pontificios para la orden cisterciense. Su influencia creció aún
más al llegar al papado su discípulo Eugenio III (1145-53), antiguo fraile
cisterciense.
Bernardo
luchó contra las incipientes tendencias laicistas de su tiempo, haciendo
condenar el racionalismo de Abelardo y las propuestas de Arnaldo de Brescia de
que la Iglesia volviera a la pobreza primitiva. No dudó de la legitimidad de
usar la fuerza en apoyo de la Iglesia, incitando a franceses y alemanes a la
segunda Cruzada (1146), o haciendo reconocer a la Orden del Temple como
realización del ideal del fraile-soldado (1128). Su teología, en cambio,
insistía sobre la Virgen María y sobre la humanidad de Jesucristo con una
ternura que le valió el sobrenombre de doctor melifluus.
Es
una personalidad esencial en la historia de la Iglesia católica y la más
notable de su siglo. Ejerció una gran influencia en la vida política y
religiosa de Europa.1
Sus
contribuciones han perfilado la religiosidad cristiana, el canto gregoriano, la
vida monástica y la expansión de la arquitectura gótica.2
La
Iglesia católica lo canonizó en 1174 como san Bernardo de Claraval, y lo
declaró Doctor de la Iglesia en 1830.
Su
importancia tanto para la Iglesia Católica como para la arquitectura fue
notable. Dentro de la religión fue uno de los grandes difusores de sus dogmas,
mientras que en la arquitectura se lo conoce por ser el impulsor del estilo
gótico.
Además,
fue uno de los primeros filósofos en dar cuenta de los principios básicos de la
mística, a la que consideraba como “cuerpo espiritual de la Iglesia católica”.
Thierry
de Chartres
Thierry of Chartres (Theodoricus Chartrensis) or
Theodoric the Breton (Theodericus Brito) (died before 1155,[1] probably 1150[2])
was a twelfth-century philosopher working at Chartres and Paris, France.
The cathedral school at Chartres promoted scholarship
before the first university was founded in France. Thierry was a major figure
in twelfth-century philosophy and learning, and, like many twelfth-century
scholars, is notable for his embrace of Plato's Timaeus and his application of
philosophy to theological issues.[3] Some modern scholars believed Thierry to
have been a brother of Bernard of Chartres who had founded the school of
Chartres, but later research has shown that this is unlikely.[4]
Thierry became chancellor of Chartres after his
predecessor, Gilbert of Poitiers, returned to his native city in 1141. John of
Salisbury,[5] Herman of Carinthia, and Clarembald of Arras were among Thierry's
students
Seguidor
de Platón y Aristóteles, se basó en sus pensamientos para defender la
existencia de Dios. Se destacó por sus escritos sobre el inicio del mundo y los
cuatros elementos (aire, agua, fuego y tierra).
Filósofo
y teólogo francés que vivió en el siglo XII. Enseñó en París y en Chartres,
donde murió hacia el año 1155. Sus obras más importantes: Hepatateuchon, manual
de las siete artes, Hexaemeron o De septem diebus, comentario al Génesis,
comentarios al De Trinitate y al De Hebdomadibus de Boecio. Introdujo en
Chartres una nutrida cultura científica mediante la traducción de textos
griegos y árabes. En la explicación de la creación, Teodorico sostiene la tesis
según la cual Dios habría creado los cuatro elementos y, a partir de ellos, la
"fábrica del mundo" avanza automáticamente de acuerdo con su propia
estructura racional, reducible al movimiento matemático de átomos o partículas
elementales. Bajo la influencia de Escoto Erigena y Boecio, elabora también la
original tesis del "ejemplarismo": Dios es forma essendi de toda
cosa, está en todas las cosas ("Deus est omnia"). El panteísmo se
evita recurriendo al carácter "ejemplar" de la unidad divina: la
multiplicidad de las cosas presupone una unidad trascendente en la que todas
ellas se encuentran "ejemplificadas" en la simplicidad divina.
Juan
de Salisbury (1120 – 1180, Inglaterra)
mismo
como Johannes Parvus ("El pequeño Juan"),1 fue un autor, educador y
diplomático inglés, además de obispo de Chartres.
Una
de las personalidades más influyente del siglo XII y uno de los principales
representantes del humanismo medieval, se destacó por su visión organicista de
la sociedad.
Comparaba
las funciones sociales con las del cuerpo humano, en la que los pies eran los
obreros, el ejercito estaba encarnado en las manos, el vientre era la
administración, el corazón se relacionaba con el congreso y la cabeza era el
príncipe.
Hugo de San Victor (1096 -1141, Alemania)
Nacido
en Besançon en el año 1802 París y murió en 1885 a los 83 año, comenzó desde muy joven a cultivar el gusto
por la letras. Con 15 años participó por primera vez en un concurso de poesía.
Tras ganar varios premios, a los 20 años, publica Odas y poesías diversas, su
primer poemario. Cinco años después escribió la obra teatral Cromwell, con la
que se convirtió en una referencia del movimiento del Romanticismo.
“Adopté
la ciencia y la filosofía como la manera de acercarse a Dios”, dijo. Dueño de
un vasto legado de escritos, se destacan sus obras sobre el conocimiento.
Para
él existían diferentes tipo de conocimiento: teórico (como la teología, las
matemáticas, la física o la música), práctico (la ética), mecánico y discursivo
(retórica y dialéctica).
Poeta,
dramaturgo y novelista francés considerado el máximo exponente del Romanticismo
en su país. La infancia de Victor Hugo transcurrió en Besançon, salvo dos años
(1811-1812) en que residió con su familia en Madrid, donde su padre había sido
nombrado comandante general. De temprana vocación literaria, ya en 1816
escribió en un cuaderno escolar: «Quiero ser Chateaubriand o nada».
En
1819 destacó en los Juegos Florales de Toulouse y fundó la revista Le
Conservateur littéraire, junto con sus hermanos Abel y Eugène, pero su
verdadera introducción en el mundo literario se produjo en 1822, con su primera
obra poética: Odas y poesías diversas. En el prefacio de su drama Cromwell
(1827) rechazó las reglas del teatro neoclásico, proclamó el principio de la
«libertad en el arte» y definió su tiempo a partir del conflicto entre la
tendencia espiritual y el apresamiento en lo carnal del hombre; considerado el
manifiesto fundacional del teatro romántico, el texto situó a Victor Hugo como
cabeza del movimiento, y su casa se convirtió en la sede del cenáculo
romántico.
Desde
esa nueva posición de jefe de filas del Romanticismo, el virtuosismo poético de
Victor Hugo se puso de manifiesto en Las Orientales (1829), que satisfizo el
gusto de sus contemporáneos por el exotismo oriental. La censura de su drama en
cinco actos Marion Delorme retrasó su aparición en la escena teatral hasta el
estreno de Hernani (1830), obra maestra que triunfó en la Comédie Française. La
representación de este drama constituyó un auténtico escándalo, pero significó
también la victoria de la joven guardia romántica sobre el viejo clasicismo y
marcó un hito en la literatura por su ruptura con las rígidas normas de la
tragedia francesa.
En
1830 inició una fase de singular fecundidad literaria, en la cual destacaron,
además de distintos libros de poesía, su primera gran novela, Nuestra Señora de
París, y el drama Ruy Blas. En 1841 ingresó en la Academia Francesa, pero,
desanimado por el rotundo fracaso de Los burgraves, abandonó el teatro en 1843.
La muerte de su hija Léopoldine, acaecida mientras él estaba de viaje, sumada
al desengaño por la traición de su esposa con su amigo Sainte-Beuve, lo
sumieron en una honda crisis.
Entregado
a una actividad política cada vez más intensa, Victor Hugo fue nombrado par de
Francia en 1845. Pese a presentarse a las elecciones de 1848 en apoyo de la
candidatura de Napoleón III Bonaparte, sus discursos sobre la miseria, los
asuntos de Roma y la ley Falloux anticiparon su ruptura con el Partido
Conservador. El 17 de julio de 1851 denunció las ambiciones dictatoriales de
Napoleón III y, tras el golpe de Estado, huyó a Bélgica. Si bien es cierto que
no publicó ninguna obra entre 1843 y 1851, concibió su novela Los miserables y
compuso numerosos poemas que aparecieron posteriormente.
En
1852 se instaló, con su familia, en Jersey (Reino Unido), de donde pasó en 1856
a Guernesey. Allí permaneció, en su propiedad de Hauteville-House, hasta 1870.
Republicano convencido, denunció sin tregua los vicios del régimen conservador
de su país y en 1859 rechazó la amnistía que le ofrecía Napoleón III.
De
este exilio de veinte años nacieron Los castigos, brillante sarta de poesías
satíricas; la trilogía de El fin de Satán, Dios y La leyenda de los siglos,
ejemplo de poesía filosófica en la que traza el camino de la humanidad hacia la
verdad y el bien desde la época bíblica hasta su tiempo; y su novela Los
miserables, denuncia de la situación de las clases más humildes.
De
vuelta a París, tras la caída de Napoleón III (1870), Victor Hugo fue aclamado
públicamente y elegido diputado. Fue derrotado en los comicios siguientes, pero
en 1876 obtuvo el escaño de senador de París, posición desde la que defendió la
amnistía de los partidarios de la Comuna. Sin embargo, desengañado por la
política, regresó a Hauteville-House (1872-1873).
El
ritmo de su producción disminuía, pero su prestigio se acrecentaba sin cesar:
un banquete conmemoró el quincuagésimo aniversario de Hernani; en 1881, su
cumpleaños fue celebrado oficialmente y los senadores, en la tribuna, se
levantaron sin excepción en su honor. A su muerte, el gobierno francés decretó
un día de luto nacional y sus restos fueron trasladados al Panteón. Considerado
como uno de los mayores poetas franceses, su influencia posterior sobre
Baudelaire, Rimbaud e incluso Mallarmé y los surrealistas es innegable.
Los
miserables o Nuestra Señora de París, el poeta, novelista y dramaturgo es
considerado uno de los autores más importantes en la lengua francesa, además de
las 13 obras de teatro, nueve novelas, 21 libros de poesía y 14 ensayos, Víctor
Hugo también desarrolló una fructífera carrera política, que le llevó a ser
Senador.
La
fe y la razón según Víctor Hugo en “Los Miserables”, “El Hombre vive más de la afirmación que de Pan”
Para
Victor Hugo, no existe solo una causa corporal que única comprenda la
existencia, pues; siendo ésta la contenedora –recipiente- del ser (Santo Tomas), debe nutrirse para
subsistir, también hay otra, más elevada, que de hecho, aunque no sea una tabla
rasa; necesita nutrirse de un elemento importante para poder mantener una
armonía Universal respecto a la verdad. Este elemento es: el conocimiento, la sabiduría, a lo cual Víctor
Hugo llama: afirmación. Nosotros, los teístas, le decimos a esta única y
absoluta verdad, Dios.
De
este modo la fe produce un elemento importantísimo, pues en la medida de no
tener la omnipotencia de Dios, que de
hecho debemos aceptar incondicionalmente y, sin lugar a dudas; el solo motivo
de creer en su existencia, nos eleva a una esfera superior respecto a la
concepción del espíritu, de otra forma dicha: espiritualmente, mental.
“Ver
y enseñar no basta. La filosofía debe ser un poder vivo, y debe tener como meta
y como efecto, la mejora del hombre”
Nuestro
concepto moderno de la educación comulga con esta acepción, por cuanto la
filosofía de la educación tiene como fin desentrañar el verdadero objeto
–principio fundamental- de la misma, lo cual no es más que programar mejores
seres, mediante un ente sublime e ineludible, la conducta, construir ante la situación ecológica de la tierra una
mejor forma de vida; esta tarea es propia del hombre, esta tarea manejada con
principios inefables, crea mejores seres, crean la persona humana.
Al
afirmar que una cosa cierta que necesita el hombre para ser feliz es, la
sabiduría; para esto Víctor Hugo se propone a transformar el Edén de la Biblia
en el Liceo de Sócrates, para producir mentes ilustres. La ciencia, en este
sentido; debe cordializar con las esferas del espíritu, pues; sería muy triste,
solamente gozar sin hacer sacrificios en función de las vocaciones para obtener
la perfección de la mente. ¡No solo Gozar! Pues los brutos también gozan.
¡Pensar, ese es el verdadero triunfo del espíritu, de la mente, del alma!
En
tal sentido debemos aceptar que la misión de la filosófia es hacer fluir el
pensamiento al alcance de la sed del hombre, concederles la panacea, esta es:
la noción de Dios. Demostrarle que no
hay mejor solución –a conciencia- para ser mejores que, unir fraternalmente la
conciencia y la ciencia (la razón) y,
hacerlos justos por medio de esta razón misteriosa.
“La
fe mueve montañas”
Con
la Moral, crecen las verdades, la contemplación nos lleva a las acciones, de
modo que; al ser lo absoluto práctico, lo ideal debería ser respirable,
potable, asequible al espíritu humano. Solo lo ideal mediante la sabiduría
puede decir, Tomad, esta es mi carne; tomad, esta es mi sangre, por tal motivo,
debemos considerar que la sabiduría es una comunión sagrada. Por ello, mediante
esta acepción, la ciencia deja de concebir un amor estéril para convertirse en
el modo único y soberano de la unión humana y pasar de filosofía a religión.
“La filosofía se pregunta si el hombre puede
conocer la verdad, las verdades fundamentales sobre sí mismo, sobre su origen y
su futuro, o si vive en una penumbra que no es posible esclarecer y tiene que
recluirse, a la postre, en la cuestión de lo útil. Lo propio de la fe cristiana
en el mundo de las religiones es que sostiene que nos dice la verdad sobre
Dios, el mundo y el hombre, y que pretende ser la “religio vera”, la religión
de la verdad.”
De
este modo se concibe la verdad de Jesús de Nazaret, derivada de una sabiduría
más elevada que la que posee toda existencia terrenal. De esta forma debemos
proyectarnos en renunciar con justificada razón a un antropocentrismo
inexorable y a un progreso como objetivo inminente, si no se unen estas dos
fuerzas motoras: creer y amar, fe y razón (Fides et Ratio)
“el
progreso es el fin; el ideal es el modelo… ¿Qué es lo ideal? Es Dios”
Al-Ghazali
(1058 – 1111, Persia)
Abū
Ḥāmid Muḥammad ibn Muḥammad at-Tūsī al-Ghazālī, en árabe أَبُو حَامِد الغَزَالِيّ,
latinizado como Algazel (Ghazaleh, Irán, 1058 - Tus, Irán, 19 de diciembre de
1111), teólogo, jurista, filósofo y místico de origen persa. Escribió El
resurgimiento de las ciencias religiosas (Iḥyāʾ ʿulūm al-dīn) que es
considerada como la obra más importante de la espiritualidad islámica y es la
más leída en el mundo musulmán después del Corán.
La
historia de este filósofo es tan particular como su obra. Dejó todo tras una
crisis de fe, se fue de su casa a meditar y vivir como un mendigo y regresó con
El resurgimiento de las ciencias religiosas, considerada la obra más importante
de la espiritualidad islámica y la más leída después del Corán.
“No
es sabio aquel que, adquiriendo su conocimiento de cierto libro, se convierte
en ignorante al olvidar el texto que aprendiera un día. El verdadero sabio es
aquel que, por su propia voluntad y sin estudio o enseñanza, recibe de Dios su
conocimiento”, es una de sus frases más célebres.
Walafrido
Strabo (808 – 849, Alemania)
Walahfrid
Strabo o Walahfrid von der Reichenau, latinizado Walafridus Strabo,
españolizado Walafrido o Walafredo Estrabón (Suabia, 808 - 18 de agosto de
849), filósofo, teólogo, botánico y poeta carolingio alemán.
Se
le adjudica ser el autor de La Glossa ordinaria, que se publicó de manera
anónima pero era uno de los libros centrales en todas las escuelas monásticas y
episcopales.
Quizá
conocido como Strabo por su estrabismo, fue monje benedictino y discípulo y
continuador de la obra de Rabano Mauro y se formó en la célebre abadía de
Fulda, en Germania. En 838 sucedió como abad del monasterio de Reichenau a
Erlebold y allí escribió dos de sus obras: Liber de visionibus Wettini (hacia
825), un poema en hexámetros en que se describe un viaje al otro mundo, y el
tratado de botánica Liber De Cultura Hortorum concluido hacia 827, que
testimonia su amor hacia las plantas tanto como su poema Hortulus, en que describe
las flores y plantas del jardín conventual, muchas de ellas medicinales. Su
prestigio como hombre sabio fue tal que le nombraron preceptor del príncipe
imperial Carlos, hijo del emperador carolingio Luis el Piadoso, hijo pequeño de
Carlomagno.
Escribió
también numerosas homilías, biografías de hombres santos o hagiografías y un
importante tratado de historia litúrgica, el Libellus de exordiis... in
observationibus ecclesiasticis rerum (MGH Capit. Reg. Franc. II y Patrología
latina, t. 114), conocido también como De rebus ecclesiasticis. Prologó
numerosas obras, entre las cuales destaca la Vita Ludovici imperatoris de
Thégan y la Vita Karoli Magni o Vida de Carlomagno de Eginhardo. Sin embargo se
le recuerda sobre todo como autor de la Glossa ordinaria, en la que recogió las
explicaciones alegóricas medievales que se daban a los textos de la Biblia.
Esta obra, que era anónima, fue acreditada como suya por Johannes Trithemius,
abad de Sponheim (1462-1516), y alcanzó un éxito extraordinario durante toda la
Edad Media en que fue utilizada como libro de texto, o al menos de consulta, en
la mayor parte de las escuelas monásticas y episcopales. Al igual que su
maestro, y siguiendo una tradición que viene desde la Patrística, a través de
Isidoro de Sevilla y Beda el Venerable, Strabo prefería la interpretación
alegórica de la Biblia, algo que será moneda corriente en la tradición
teológica cristiana hasta el Concilio de Trento.
Obras
más importantes: De cultura hortum: Über den Gartenbau, Reclam, Stuttgart, 2002
ISBN 3-15-018199-2
Codex Vaticanus Reginensis Latinus 469 (C)
Codex municipii Lipsiensis Rep. I n. 53 (L)
Codex
Vaticanus Palatinus Latinus 1519 (K)
Codex
Monacensis Latinus 666 (M)
Allí,
Strabo recogió las explicaciones alegóricas medievales que se daban a los
textos de la Biblia. Su nombre real era Walahfrid von der Reichenau, pero se lo
apodó como Strabo por su estrabismo.
Marsilio
de Padua (1275 – 1342, Italia)
Marsilio
de Padua (c. 1275 - 1342-43) fue un filósofo italiano, pensador político,
médico y teólogo.
Nació
en Padua de una familia de jueces y notarios. Su padre, Bonmatteo de
Maianardini, fue notario de la Universidad de Padua. El año de su nacimiento es
incierto. Si bien algunas fuentes indican el año 1275, no se tiene certeza al
respecto.
Se
conoce muy poco de su infancia y su adolescencia. Completó sus estudios en la
universidad de París en la facultad de Artes liberales donde fue condecorado
con la autoridad de rector en 1313. El tiempo transcurrido en dicha ciudad
influyó en gran medida en la evolución de su pensamiento. En París conoció a
Guillermo de Ockham y Giovanni Jandun; con este último permaneció vinculado en
gran amistad y con él llegó a sufrir el exilio.
Su
importancia filosófica es central por su rol en la pelea entre el Papa y el
Emperador, pero también por sus ideas políticas.
Convencido
de que el ordenamiento estatal debía asegurar la paz y la tranquilidad para los
ciudadanos, fueron sus conceptos sobre el poder legislativo (que para él
pertenecía al pueblo) lo que lo destacó.
Joaquín
de Fiore (1135 – 1202, Italia)
Grabado
Joaquín de Fiore
Beato
Joaquín de Fiore o de Floris (en Italiano: Gioacchino da Fiore) (1135-1202) fue
un abad nacido en Calabria en la Edad Media. Sus seguidores, denominados
Joaquinitas, iniciaron un movimiento heterodoxo que proponía una observancia
más estricta de la Regla franciscana
Iniciador
del movimiento heterodoxo, que proponía un reinterpretación de la historia y el
evangelio, fue su interpretación de la Iglesia como un proceso progresivo de
perfección lo que lo destacó en su época.
Basándose
en el libro bíblico del Apocalipsis de San .Juan, el monje de Fiore predijo el
comienzo del apocalipsis en el año 1260.
Vida
y escritos de Joaquín.
Nació
en una familia rica e hizo un viaje en peregrinación a Tierra Santa, tras el
cual se hizo monje. En 1177 era abad del monasterio cisterciense de Corazzo,
aunque a veces se retiraba a la casa madre de Casamri para estudiar. Más tarde,
no antes de 1188, dejó su lugar en Corazzo y fundó San Giovanni en Fiore, que
sería el centro de una congregación que comprendía más de treinta monasterios.
Llevando una estricta vida ascética y siendo reputado como profeta, fue
grandemente respetado por potentados y papas, quienes le animaron en sus
estudios bíblicos. Joaquín era muy leal al papado y exigió a los miembros de su
orden no publicar escritos que él hubiera realizado sin que hubieran pasado el
examen de la censura papal. Las tres obras que él consideraba más importantes
son (1) Liber concordiae novi ac veteris testament i (Venecia, 1510); (2)
Psalterium decem chordarum (Venecia, 1527) y (3) Expositio apocalypsis (también
llamado Apocalypsis nova, Venecia, 1527). Los comentarios de Isaías y Jeremías
que le fueron atribuidos ya a mediados del siglo XIII no son suyos y se
diferencian de sus escritos auténticos, especialmente por su dura actitud hacia
la Iglesia católica.
Joaquín
pertenece a aquellos del siglo XII que, como Bernardo de Clairvaux y Gerhoh de
Reichersberg, a pesar de sus sentimientos y actitud eclesiástica, tenían un ojo
penetrante hacia los defectos de la vida eclesiástica. A esto, igual que las
visionarias Hildegarda de Bingen y Elizabeth de Schönau, añadió una expectativa
ante una transformación inminente de todas las cosas. La antigua esperanza de
un tiempo glorioso de la Iglesia sobre la tierra, precedido por temibles
batallas, se reavivó de nuevo. Esta esperanza la basaba Joaquín en nuevas
revelaciones, pero especialmente en las Sagradas Escrituras, para cuyo
entendimiento más profundo se imaginó a sí mismo especialmente equipado por la
iluminación divina. Esta iluminación, sin embargo, no tomó el lugar del
estudio, sino que le guió a una investigación de las Escrituras, demandándole
mucho tiempo y esfuerzo, uniéndola a un sistema artificial de teología
histórica-profética. Se puede decir a este respecto, siguiendo a ciertos
predecesores como Ruperto de Deutz, que abrió un nuevo desarrollo en el campo
de la teología profética, un tratamiento que posteriormente sería continuado
por Cocceius y Bengel, aunque no debe olvidarse que Joaquín difiere de ambos
tanto como difieren el uno del otro.
Su
exposición de la Historia.
Joaquín
divide la Historia en tres dispensaciones: la del Padre, la del Hijo y la del
Espíritu Santo o con referencia a las tres clases principales en la Iglesia,
los tiempos de la preponderancia de los casados, de los clérigos y de los
monjes. El primer tiempo comenzó con Adán, el segundo con Juan el Bautista,
comenzando la preparación del tercero con Benito de Nursia y desarrollándose
con la orden cisterciense, anunciándose para 1260 la etapa final. El poder, los
Parvuli de ecclesia latina, vendrá de la Iglesia de occidente, que él considera
una orden monástica, el ordo justorum. Los escogidos en la Iglesia griega se
unirán con la Iglesia católica, teniendo lugar la conversión de gentiles y
judíos. Este será el tiempo en el que, como está escrito, el Espíritu y la Vida
saturarán la Iglesia; el tiempo del Evangelio eterno. Pero entonces tendrá
lugar una última batalla contra el poder del mal, que aparecerá en la persona
del último y peor Anticristo, en Gog. Tras esto vendrá el juicio final y se
inaugurará el gran sábado de la consumación.
El
siguiente pasaje procede de su obra Expositio apocalypsis:
'El
primero de los tres estados de los que vamos a hablar se desarrolló en tiempos
de la Ley, cuando el pueblo del Señor era aún pequeño y permanecía sometido a
las servidumbres de este mundo, sin poder atender a la libertad del Espíritu,
ya que no había tenido aquel del que se dice: «Cuando el hijo os haga libres,
seréis verdaderamente libres» (Juan 8:16).
El
segundo estado nació bajo el régimen del Evangelio y permanece hasta hoy. Hay
más libertad que en el pasado pero no tanta como en el futuro. El apóstol Pablo
lo dice de la siguiente forma: «Ahora nuestro conocimiento es imperfecto e
imperfecta la profecía. Cuando llegue lo perfecto desaparecerá lo imperfecto»
(1 Corintios 13:9-10). Y en otra parte dice: «El Señor es el Espíritu y allí
donde está el Espíritu del Señor ahí está la libertad» (2 Corintios 3:17).
El
tercer estado vendrá al fin del mundo, no oculto bajo el velo de la letra sino
en la plena libertad del Espíritu. Entonces será destruido el falso evangelio
de los hijos de la perdición y de sus profetas. Quienes se formaron en la
justicia serán «semejantes al estallido del firmamento y numerosos como las
estrellas en la inmortalidad perpetua» (Daniel 12:3).
El
primer estado, que vivió bajo el régimen de la Ley y la circuncisicín, comenzó
con Adán. El segundo, que vio la luz bajo el régimen del Evangelio, empezó con
Ozías. El tercero, en tanto pueda comprenderse el cómputo de las generaciones,
se inició en tiempo de san Benito, cuya cautivadora gloría podrá ser
contemplada en su momento, en la época en que se revelará Elías y en la que el
incrédulo pueblo judío volverá al Señor de tal forma que el Espíritu clamará
por su propia voz siguiendo la Escritura: «Hasta ahora el Padre y el Hijo han
actuado conjuntamente; ahora me toca actuar a mí» (Juan 5:17).
Puesto
que el contenido del Antiguo Testamento se aplica al Padre por propiedad
tipológica, y que el contenido del Nuevo Testamento se aplica al Hijo, la
inteligencia espiritual que procede de uno y de otro se aplica al Espíritu
Santo. Y más aún, como el orden conyugal que prevaleció en la primera época se
aplica al Padre por una propiedad tipológica, y el orden de los clérigos de la
segunda época se aplica al Hijo, así el orden de los monjes, a quien pertenecen
los últimos grandes tiempos, se aplica al Espíritu Santo. Y, siguiendo esto, el
primer estado se atribuye al Padre, el segundo al Hijo y el tercero al Espíritu
Santo, aunque de una u otra manera, el estado del mundo se reputa único, y
único el pueblo de los elegidos, y todas las cosas en conjunto son muestra del
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.'
Su
influencia y seguidores. El Evangelio eterno.
Esos
pensamientos, expandidos en los escritos de Joaquín, fueron favorablemente
recibidos. El siglo XIII estuvo más repleto que el siglo XII de las más
extravagantes expectativas y los celosos franciscanos, que pensaban más en el
ideal de la pobreza que la Iglesia oficial, no fueron los únicos en
defenderlas. Aquí las ideas de Joaquín hallaron tierra abonada, recibiendo una
interpretación y expansión que era contraria a su propio significado. También a
esta esfera pertenecen los comentarios de Isaías y Jeremías. Gerhar de Borgo
San Donnino fue el más extremista. Consideraba que las tres principales obras
de Joaquín estaban inspiradas y eran escritos canónicos, sobrepasando el
Evangelium aeternum al Antiguo y Nuevo Testamento. Preparó una edición de la
obra, acompañándola con glosas y una Introductorius in evangelium aeternum.
Esta obra, publicada en París en 1254, originó una gran conmoción (cf. el
pasaje de Roman de la rose in Haupt, 379, note 1). Los teólogos de la
universidad de París, que se veían amenazados en su posición científica y
eclesiástica por los monjes mendicantes, recogieron el guante y emitieron una
queja a Roma. En 1225 Alejandro IV designó una comisión para examinar el
asunto. El 4 de noviembre de 1255 emitió una bula que condenaba la
Introductorius, sin censurar los escritos de Joaquín. Cuando un sínodo en Arlés
(1260 o 1263) condenó después sus escritos, esta decisión no obtuvo autoridad
eclesiástica general. Su nombre permaneció como uno entre los beatos en el
recuerdo de la Iglesia, teniendo como tal un lugar en Acta Sanctorum. Todavía
menos pudo esta condenación impedir que las exposiciones proféticas de Joaquín
fueran leídas una y otra vez, hallando creyentes, aunque la fecha profetizada
de 1260 pasó sin los cambios anunciados. Johannes Petrus Olivi y Ubertino de
Casale y en general los spirituales de los franciscanos estuvieron bajo su
influencia. Hubo seguidores suyos que se adhirieron al papa así como a los
gibelinos, habiendo huellas por toda la Edad Media de joaquinismo.
Nicolás
Oresme (1323-1382, Francia)
Nicolás
de Oresme nació en Normandía, alrededor del año 1323, fue profesor en el
colegio de Navarra, emplazado en donde hoy está la Escuela Politécnica de
París, y murió en 1382, siendo obispo de Lisieux.
El
Algorismus proportionum y De proportionibus proportionum
En
su obra Algorismus proportionum desarrolla Oresme el cálculo de potencias con
exponentes enteros y racionales, e incluso deja entrever la posibilidad de
potencias de exponente irracional. En un trabajo posterior, De proportionibus
proportionum, vuelve sobre las mismas ideas, pero cimentándolas con una base
teórica más sólida. Una proposición de De proportionibus merece ser señalada:
dadas dos magnitudes, es más probable que sean inconmensurables que lo
contrario. Hoy sabemos, en efecto, que el infinito de los racionales es
numerable y el de los irracionales no lo es. Nicolás de Oresme sostiene que
este resultado invalida las pretensiones de los astrólogos. Las predicciones se
basan en observaciones astrales supuestamente exactas, pero sucede que la
proporción entre dos tiempos, distancias o velocidades rara vez son
conmensurables.
El
Tractatus de latitudinibus formarum
Más
influencia a la larga que las obras anteriores tuvo el Tractatus de
latitudinibus formarum, donde las funciones aparecen por primera vez dibujadas.
Todo lo que varía, decía Oresme, lo podemos imaginar como una cantidad continua
representada mediante un segmento rectilíneo. Y trasladó al plano lo que hasta
entonces habían hecho los geógrafos sobre la esfera. Mantuvo incluso los
nombres, y llamó longitud y latitud a los antepasados de lo que hoy llamamos
abscisa y ordenada. De este modo demostró la llamada ley de Merton, que ya
había sido enunciada por los filósofos escolásticos de Oxford para explicar el
movimiento uniformemente acelerado. Si BC es la gráfica del movimiento, el
trapecio ABCD representa el espacio recorrido en el tiempo igual a AD, durante
el cual la velocidad pasa de ser vi a ser vf.