martes, 5 de junio de 2018

FILOSOFÍA. INTRODUCCIÓN A PENSADORES MEDIEVALES - guadahumi2


INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA MEDIEVAL

Desde el siglo V y hasta el XV fue un periodo también en la que filosofía medieval, que centró sus análisis en la economía feudal, las teocracias (cristianas y islámicas), los estamentos medievales, la libertad del hombre y los límites de la razón.
Pero estos temas puntuales no fueron lo que la diferenció de lo ocurrido en otras etapa, sino que fue la compatibilidad entre la fe y la razón lo que la definió, como “Creo para entender”.

Tomás de Aquino (1225 – 1274, Italia)


Tomás de Aquino - Tommaso d'Aquino, nació en Roccasecca,1​ Italia, 1224/1225-Abadía de Fossanova, 7 de marzo de 1274,  fue un teólogo y filósofo católico de la Orden de Predicadores, el principal representante de la enseñanza escolástica, una de las mayores figuras de la teología sistemática y, a su vez, una de las fuentes más citadas de su época en metafísica, hasta el punto de, una vez muerto, ser considerado el referente de las escuelas del pensamiento tomista y neotomista, Doctor Angélico, Doctor Común y Doctor de la Humanidad, nominaciones dadas por la Iglesia católica, la cual lo recomienda para los estudios de filosofía y teología.


Sus obras más conocidas son la Summa theologiae, compendio de la doctrina católica en la cual trata 495 cuestiones divididas en artículos, y la Summa contra gentiles, compendio de apología filosófica de la fe católica, que consta de 410 capítulos agrupados en cuatro libros, redactado a petición de Raimundo de Peñafort.

Fue muy popular por su aceptación y comentarios sobre las obras de Aristóteles, señalando, por primera vez en la historia, que eran compatibles con la fe católica. A Tomás se le debe un rescate y reinterpretación de la metafísica y una obra de teología monumental,3​4​5​6​ así como una teoría del Derecho que sería muy consultada posteriormente.7​ Canonizado en 1323, fue declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y santo patrón de las universidades y centros de estudio católicos en 1880.

Su festividad se celebra el 28 de enero.

Teólogo, metafísico y principal representante de la educación escolástica, fue quien recuperó los escritos aristotélicos y el primero que vio compatibles los comentarios del filósofo griego con la fe católica.

Prolífico e influyente, tuvo una experiencia mística un año antes de morir que puso fin a su carrera como una figura pública. Algunas revelaciones divinas que lo trastornaron, según el registro de sus más íntimos confidentes, le impidieron seguir escribiendo.

“La fe es una gracia divina que Dios da a los hombres que elige y la razón se origina también en Dios; todos los hombres tienen razón, pero no todos tienen fe”, intentando poner fin a la idea de la doble razón.


San Agustín (354 – 430, Imperio Romano)






Agustín de Hipona, san Agustín o,  Aurelius Augustinus Hipponensis (Tagaste, 13 de noviembre de 354-Hippo Regius, 28 de agosto de 430), Santo, y Doctor de la Iglesia católica.

El «Doctor de la Gracia» fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio y según Antonio Livi uno de los más grandes genios de la humanidad. Autor prolífico,​ dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología, siendo Confesiones y La ciudad de Dios sus obras más destacadas.

Venerado por la Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Iglesias orientales, Iglesia anglicana
Agustín de Hipona, conocido también como san Agustín o, en latín, Aurelius Augustinus Hipponensis (Tagaste, 13 de noviembre de 354-Hippo Regius, 28 de agosto de 430),1​ es un santo, padre y doctor de la Iglesia católica.

El «Doctor de la Gracia» fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio y según Antonio Livi uno de los más grandes genios de la humanidad. Autor prolífico ​ dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología, siendo Confesiones y La ciudad de Dios sus obras más destacadas.
Tuvo una vida ligada a fe católica siendo uno de los de los principales pensadores del cristianismo en el primer milenio.

Se lo conocía como el “Doctor de la Gracia” y es considerado uno de los filósofos más influyentes de la Edad Media, no porque haya vivido y analizado sus sociedades (su muerte fue anterior a la caída del imperio romano) sino porque fue fuente de inspiración de toda una generación posterior.

“Dios no manda cosas imposibles, sino que al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas, pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas”, fue una de sus frases más recordadas.


Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio (480 – 524, Roma)



Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio (en latín, Anicius Mānlĭus Torquātus Severinus Bŏēthius) (Roma, c. 480 – Pavía, 524/525Su, en el Reino ostrogodo de Italia hijo de Manlius Boethius.


Filósofo, estadista, escritor, musicólogo, teórico de la música, político y matemático y senador, Su actividad de senador la compaginó con su faceta como estadista y autor de tratados sobre distintas disciplinas como la música, la aritmética o la astronomía.

Perteneciente a una familia de gran importancia, que dio tres Papas a la Iglesia católica, Boecio abarcó un amplio abanico de temas como el destino, la justicia y la fe, pero también la música, la aritmética, la geometría, la astronomía y la teología.
En su obra más famosa, La consolación de la filosofía, que escribió en prisión, mantiene un fluido diálogo con la filosofía, a quien le atribuye un rol femenino.
En ella departe sobre la naturaleza de la felicidad humana, los problemas del mal y el bien, la providencia y la libertad del hombre, el destino y el azar.

Sus pensamientos rivalizaban con San Agustín y Aristóteles y tuvo una importancia central en la teología cristiana. “Si hay un Dios, ¿de dónde proceden los males? Y si no existe, ¿de dónde se originan los bienes?”, fue una de sus frases más recordadas.

Filósofo latino nacido hacia el año 480. Estudió en Roma, su ciudad natal, según el modelo retórico-filosófico del clasicismo. Completó sus estudios en Atenas y desempeñó cargos importantes en la corte del rey Teodorico. Más tarde, acusado de traición, fue encarcelado y ajusticiado. Boecio se propuso traducir al latín las obras de Aristóteles y de Platón, pero el trabajo quedó incompleto, apenas alcanzó a traducir la Introducción al Organon (Isagoge) de Porfirio y parte del propio Organon de Aristóteles. Su obra más famosa es De consolatione philosophiae, escrita durante su año de prisión. En ella la filosofía, bajo forma de mujer, se aparece a Boecio e intenta consolarlo demostrándole que la verdadera felicidad consiste en el desprecio de los bienes de este mundo y posesión de un bien imperecedero, que coincide con la providencia universal que gobierna todas las cosas. Boecio escribió también tratados de aritmética (De arithmetica), de música (De música), y de teología (Opuscula theologiae, cinco libros).

Aunque no haya sido un filósofo original, Boecio tiene el mérito de haber transmitido a la escolástica de la Edad Media muchos conceptos de la lógica y de la metafísica aristotélica. Además, sus manuales sobre matemáticas se utilizaron durante el medievo como fuente casi única para conocer la ciencia griega.


San Anselmo de Canterbury (1033 – 1109, Italia)





San Anselmo de Canterbury O.S.B. (Aosta, 1033-Canterbury, 1109). Se le conocido como Anselmo de Aosta, por el lugar donde nació, o Anselmo de Bec, si se atiende a la población donde estaba enclavado el monasterio del cual llegó a ser prior. Fue un monje benedictino que fungió como arzobispo de Canterbury durante el periodo 1093-1109. Destacó como teólogo y filósofo escolástico. Doctor de la Iglesia.


Como teólogo, fue un gran defensor de la Inmaculada Concepción de María y como filósofo se le recuerda, además de por su célebre argumento ontológico, por ser padre de la escolástica.


Considerado el padre de la escolástica, discípulo de Lanfranco, basaba su enseñanza en la meditación, que según él justificaba la existencia de Dios.

Su principal punto de discusión fue la relación entre la fe y la razón, lo que llevó a que muchas de sus preguntas quedarán sin responder. Pensaba que no anteponer la fe, era presunción; sin embargo, no apelar a continuación a la razón era negligencia.

“No busco, en efecto, entender para creer, sino que creo para entender. Pues creo esto, porque si no creyere, no entendería”, fue una de sus frases más recordada.

Sus obras más relevantes fueron
Monologio.
Proslogio y la respuesta que el mismo Anselmo hiciera a las objeciones de Gaunilo Lo que a esto responda el autor del mismo libro.

De Grammatico.
De veritate.
De De libertate arbitrii.
De casu diaboli.
Epístola sobre la encarnación del verbo.
Cur Deus Homo.
Sobre la concepción virginal y el pecado original.
De procesione spiritis sancti
Las epístolas sobre el sacrificio de los ázimos y fermentados.
Sobre la concordia de la presciencia divina y la predestinación y de la gracia de Dios con el libre albedrío.


Además de estas obras se conservan 19 oraciones, 3 meditaciones y 472 cartas personales. De toda esta vasta producción, sólo el De Grammatico es un libro en su totalidad dedicado a temas profanos, en este caso, se trata de un ejercicio dialético. Todas sus demás obras conservadas tienen una motivación teológica.

Guillermo de Ockham (1280 – 1349, Inglaterra)






 Imagen de Guillermo de Ockham de un vitral de un templo en Surrey


Guillermo de Ockham, también Occam, Ockam, o varias otras grafías (en inglés: William of Ockham) (1288-1349) fue un fraile franciscano, filósofo y lógico escolástico inglés, oriundo de Ockham, un pequeño pueblo de Surrey, cerca de East Horsley. Como miembro de la Orden Franciscana dedicó la vida a la pobreza extrema. Murió a causa de la peste negra. Se le conoce principalmente por la Navaja de Ockham, un principio metodológico, y por sus obras significativas en lógica, medicina y teología.
Su obra principal fue  la Navaja de Ockham, un principio metodológico, y por sus obras significativas en lógica, medicina y teología

Dedicó su vida y su obra a la pobreza extrema, y fue acusado de herejía por estudiar la relación entre el papado y la doctrina de la pobreza, lo que le valió numerosos enemigos, acusó a Juan Pablo XXII de hereje, fue uno de los metafísicos más importantes de su época, y se destacó por su teoría metodológica en la que establecía: “Siempre debe optarse por una explicación en términos del menor número posible de causas, factores o variables”, impulsó una serie de ideas que motivaron las constituciones occidentales y las democracia liberales con sus formulaciones sobre la responsabilidad limitada del poder.

“El hombre y la mujer han nacido para amarse; pero no para vivir juntos. Alguien ha hecho observar que los amantes célebres de la historia han vivido siempre separados”, fue una de sus frases más polémicas.

San Isidoro de Sevilla (560 – 636, España)




Isidoro de Sevilla (en latín: Isidorus Hispalensis; nacido probablemente en Cartagena, c. 556-Sevilla, 4 de abril de 636) fue un eclesiástico católico erudito polímata hispanogodo. Fue arzobispo de Sevilla durante más de tres décadas (599–636) y canonizado por la Iglesia católica. Es uno de los Cuatro Santos de Cartagena.

Obispo y teólogo de la España visigoda. Hacia el año 600 sucedió a su hermano Leandro como arzobispo de Sevilla, cargo que ostentó hasta su muerte. Promovió la creación de escuelas catedralicias y presidió el concilio de Toledo, que marcó la unificación litúrgica de la España visigoda e impulsó la formación cultural del clero. Autor prolijo, escribió tratados filosóficos, lingüísticos e históricos. De entre sus numerosas obras destacan: De natura rerum, De ordine creaturarum, Regula monachorum y, sobre todo las Etymologiae. Dividida en veinte libros, constituye un enorme tratado en el que se contemplan todos los ámbitos de saber de la época, desde las artes hasta el derecho o la mineralogía. Muy leído durante la Edad Media, fue el primero de los grandes compiladores medievales. Fue canonizado en 1598, y en 1722 el papa Inocencio XIII lo declaró doctor de la Iglesia.
Su obra más reconocida fue Etimologías, una enciclopedia en la recorre la evolución del conocimiento desde la antigüedad pagana hasta el cristianismo de su presente.

Isidoro tuvo una gran influencia durante la Edad Media y el Renacimiento, sobre todo por sus concepciones sobre la historia y la filosofía. Huérfano desde pequeño, entendía que la conciencia y la voluntad del hombre pueden vencer las duras dificultades de la vida.

Su obra Etimologías.
Medicina es la ciencia que protege o restaura la salud del cuerpo, y su campo de acción lo encuentra en las enfermedades y las heridas. A ella le incumben no sólo los remedios que procura el arte de quienes con toda propiedad se llaman médicos, sino, además, la comida, la bebida, el vestido y el abrigo; todo aquello, en fin, que sirve de defensa y protección, gracias a lo cual nuestro cuerpo encuentra salvaguardia frente a los ataques y peligros externos.
El nombre de  “Medicina” deriva su nombre de “medida”, es decir, de la moderación; y se llamó así, según se cree, porque no se emplea en grandes proporciones, sino poco a poco; y es que la naturaleza, con lo mucho, sufre tribulaciones; en cambio, con lo comedido, siente placer. De modo que quienes beben, en exceso o con asiduidad, pócimas y antídotos, suelen padecer enfermedades. La consecuencia de todo exceso no es la salud, sino el peligro de la misma.
Sobre los inventores de la medicina. Entre los griegos, Apolo pasa ser el autor y descubridor de las artes médicas. Su hijo Esculapio la desarrolló con una dedicación digna de encomio. Pero después de que Esculapio murió, fulminado por un rayo, el arte de curar, según se dice, estuvo prohibido. La ciencia pereció al par de su artífice, y permaneció soterrada durante casi quinientos años, hasta los tiempos de Artajerjes, rey de los persas. En esta época sacóla de nuevo a la luz Hipócrates, descendiente de Esculapio y nacido en la isla de Cos.
Sobre las tres escuelas médicas. Los tres personajes citados concibieron otras tantas escuelas. La primera de todas, la “metódica”, ideada por Apolo, iba acompañada de medicamentos y conjuros. La segunda, la “empírica”, o experimental, fue patrocinada por Esculapio, y se basaba, no en los indicios que proporcionaban los síntomas, sino únicamente en la experiencia. La tercera era la “lógica”, es decir, la racional, y su autor fue Hipócrates. Este último, después de decidir sobre las circunstancias de la edad del paciente, de la zona, de las enfermedades, buscaba mediante el raciocinio el remedio de la ciencia; e investigaba, poniendo en juego la razón, cuál era la causa de las enfermedades. Los empíricos no seguían más que la experiencia, mientras que los lógicos sumaban el raciocinio a la experiencia. Los metódicos no tenían en cuenta ni el examen de los síntomas, ni las circunstancias temporales, ni la edad, ni las causas, sino únicamente la existencia misma de las enfermedades.
Se destacó como escritor, siendo uno de los autores más prolíficos de su generación, con obras que incluían desde tratados literarios, ficciones, biografías y cuestiones filosóficas.

“Filosofía es el conocimiento de las cosas humanas y divinas junto con el deseo de una vida honesta”, fue una de sus tantas frases célebres.

Pedro Lombardo (1100-1160, Italia)






Las enseñanzas de Lombardo pronto ganaron reconocimiento. Puede suponerse que esta atención es lo que impulsó a los canónigos de Nuestra Señora para ofrecerle un puesto entre ellos. Era considerado un celebrado teólogo en 1144. La escuela parisina de canónigos no habían incluido entre ellos un teólogo altamente considerado durante años. Murió a finales de julio de 1160. Su epitafio y tumba estaba en la iglesia de San Marcelo en París antes de ser destruida durante la Revolución francesa. El epitafio mencionaba su fama como autor de los Cuatro Libros de Sentencias y glosas sobre los Salmos y epístolas paulinas


Conocido como “Maestro de las Sentencias'” procedía de una familia pobre, pero enseguida encontró poderosos patrocinadores que le permitieron recibir una buena educación, primero en Bolonia, luego en Francia, en Reims, adonde llegó con una carta de recomendación de Bernardo, y en París, cuando era el cuartel general del saber. Aquí se quedó, en estrecha relación con la escuela de San Víctor, cuyo director Gilduin St. Bernard le recomendó en una carta que todavía existe. Enseñó teología en la escuela catedralicia de Notre-Dame, encontrando tiempo para elaborar las obras que le darían fama. Sus fechas pueden ser fijadas solo aproximadamente.
Sus obras más importantes fueron:

 Comentarios a los Salmos y a San Pablo.  Son principalmente una compilación de exégesis patrística y medieval a la manera de los profesores de entonces y de las antiguas "Catenae".

 Sermones. Manuscritos, frecuenteente alegóricos y siempre muy metódicos en sus divisiones; algunos de ellos se reimprimieron entre las obras de Hildebert de Lavardin y otros.

 Las Sentencias. Quatuor libri Sententiarum. es sobre todo esta obra teológico la que hizo famoso a Pedro Lombardo y el que le da un lugar especial en la historia de la teología en la Edad Media. Por ello se le llama "Magister Sententiarum", o simplemente el "Magister", esta orbra esta dividida en cuatro libros, el primero sobre Dios y de la Santísima Trinidad, de los atributos de Dios, de la Providencia, de la predestinación y del mal, el segundo, de la creación, del trabajo de los seis días, de los ángeles, demonios, la caída, la gracia y del pecado, el tercero, de la Encarnación, la redención, virtudes, y de los diez mandamientos y el cuarto sobre los sacramentos en general, los siete sacramentos en particular y los novísimos: muerte, juicio, infierno y cielo.
Pedro Lombardo intentó un camino por en medio de las dos tendencias opuestas tendencias de su época. Toma libremente de Abelardo, cuya obra no había perdido su fascinación a pesar de las condenas de Soissons y Sens, aunque está en guardia contra sus errores.
No desea hacer de la doctrina cristiana un tema de controversia a la manera de los “garruli ratiocinatores" contra los que tiene que defenderse. Pero no duda en exponer de forma racionada los diferentes puntos de la doctrina: no es otra cosa que el método seguido con mayor éxito y profundidad por Santo Tomás de Aquino.
Hace uso completo de la Biblia y de los Padres pero nunca llega a rehusar a la razón su papel debido. Es aquí donde son especialmente útiles para él las obras de la escuela de San Víctor.
    
A pesar de la cauta objetividad de todo el tratamiento, algunas de las proposiciones establecidas en las Sentencias fueron consideradas erróneas años después.
Los ataques a la doctrina trinitaria y cristológica de Pedro. Walter de San Víctor afirma que en el III concilio de Letrán en 1179 se propuso condenar las Sentencias, pero otros asuntos impidieron la discusión de lo propuesto. Desde mediados del siglo XIII la universidad de París rechazó su adhesión a ocho proposiciones, de un alto contenido técnico, y Buenaventura declinó insistir en ellas.

La característica más destacada del método de Pedro es la cauta y discreta reserva en su tratamiento de los problemas dogmáticos, muestra una fuerte inclinación a no entrar en especulaciones, intentando presentar simplemente la enseñanza recibida de la Iglesia, no entró en disputas sobre la Escritura y la razón, la autoridad y la filosofía, no era capaz de dilucidar los términos técnicos de las escuelas filosóficas; las autoridades, antiguas y posteriores, a las que siguió habían trabajado con esos términos, explicando  y asumiendo que las bases de sus decisiones están en las Escrituras, los Padres y los antiguos concilios con sus credos, procede antes de nada a proponer una pregunta, ofreciendo a continuación una solución, a través de uno o más pasajes patrísticos.

El Libro de la Sentencias, de Lobardo, es considerado la obra literaria más importante del cristianismo después de la Biblia.

El autor compiló en este libro, de cuatro tomos, fragmentos bíblicos, mezclados con leyendas de personajes de la Iglesia y pensadores medievales, sin dejar fuera a ninguna de las celebridades de la Edad Media.

Averroes (1126 – 1198, España)








Fue un estudioso de las leyes islamitas, además de comentar la obra de Aristóteles y desarrollar algunos conceptos sobre medicina.

Centró su estudio filosófico principalmente en determinar cómo piensa el ser humano, más puntualmente en establecer cómo se llega a la formulación de verdades universales, siguiendo los conceptos de Aristóteles.

Conocido como “El Comentador”, por desglosar todas las frases del genio griego, su distinción entre el conocimiento humano y el divino fue su gran aporte.

Averroes aparece como el protagonista del cuento La busca de Averroes en El Aleph, de Jorge Luis Borges, y es uno de los personajes de la novela Dos años, ocho meses y veintiocho noches de Salman Rushdie.

San Buenaventura de Fidanza







Juan de Fidanza, conocido como san Buenaventura de Bagnoregio (Bagnoregio, Toscana, Italia; 12171​ o 1218 - Lyon; 15 de julio de 1274) fue un santo y místico franciscano, obispo de Albano y cardenal italiano que participó en la elección del papa Gregorio X. Fue discípulo de Alejandro de Hales,2​ y llegó a ser General de la Orden franciscana. Figura señera de la espiritualidad franciscana, fue proclamado doctor de la Iglesia en 1588.

Nacido bajo el nombre de Juan, se hizo conocido como el “Doctor Seráfico” por sus textos sobre la fe y el amor a Jesús, en los que mantenía un encendido tono discursivo.

Erudito y dueño de una inteligencia destacada, se le criticaba su exceso de juicio que le impedían ser más profundo en sus análisis. Con una visión ontológica y mística, siguió las obras de San Tomé y Lombardo.


Juan Escoto Erígena (810 – 877, Irlanda)





Juan Escoto Eriúgena o Erígena (c. 810-c. 877) fue un destacado filósofo del renacimiento carolingio.


Este filósofo se destacó por su explicación de la realidad mediante una metodología racional que contradecía el dualismo religioso basado en que Dios y el mundo son cuestiones diferentes

Además, Erígena rechaza la creencia cristiana de que el universo fuera creado de la nada y establecía a Dios como el punto más alto de toda la evolución.


Ramon Llull



Escultura de Ramon Llull, de Pere de Sant Joan (1398). En la iglesia de San Miguel de Palma. Es uno de los principales pensadores laicos de la Edad Media y fue quien comenzó a utilizar el idioma catalán en la escritura. Además, se le atribuye a Llull ser un visionario de las teorías sobre la gravedad y la memoria.


Pero sin dudas fue una aparición de Jesús lo que guió su obra. Dejó su familia y peregrinó hasta un monte, donde se recluyó en el estudio. “El amor nace del recuerdo, vive de la inteligencia y muere por olvido”, fue una de sus frases más celebres.

Su nombre es usado en escuelas, instituciones educativas y gubernamentales, y hasta un meteorito fue bautizado en su honor.


Avicena (980 – 1037, Persia)



Miniatura Avicena

Ibn Sina o Avicena (por su nombre latinizado) es el nombre por el que se conoce en la tradición occidental a Abū ‘Alī al-Husayn ibn ‘Abd Allāh ibn Sĩnã (en persa: ابو علی الحسین ابن عبدالله ابن سینا; en árabe: أبو علي الحسین بن عبدالله بن سینا; Bujará, Gran Jorasán, c. 980 – Hamadán, 1037). Fue médico, filósofo, científico, polímata, musulmán, de nacionalidad persa por nacimiento.1​ Escribió cerca de trescientos libros sobre diferentes temas, predominantemente de filosofía y medicina.

Sus textos más famosos son El libro de la curación y El canon de medicina, también conocido como Canon de Avicena. Sus discípulos le llamaban Cheikh el-Raïs, es decir 'príncipe de los sabios', el más grande de los médicos, el Maestro por excelencia, o el tercer Maestro (después de Aristóteles y Al-Farabi).

Es asimismo uno de los principales médicos de todos los tiempos.
Autor de 300 libros, es considerado uno de los médicos más importantes de la historia y es el inventor de la traqueotomía.

Escribió La Curación, descripta como la obra más grande (en dimensiones e importancia) producida por un solo hombre, y es el filósofo islámico más estudiado y analizado.

“El vino es el amigo del sabio y el enemigo del borracho. Es amargo y útil como el consejo del filósofo, está permitido a la gente y prohibido a los imbéciles. Empuja al estúpido hacia las tinieblas y guía al sabio hacia Dios”, escribió.

Avicena es considerado también uno de los alquimistas más famosos de la historia.


Maimónides (1135 – 1204 )




Maimónides en hebreo משה בן מימון  nació en Córdoba, 30 de marzo de 1135 murió en El Cairo, 12 de diciembre de 1204,  fue un médico, rabino y teólogo judío de al-Ándalus. Tuvo importancia como filósofo en el pensamiento medieval.

Fingió su conversión al islam pero siempre profesó el judaísmo. Dio cobijo a su maestro Averroes hasta que finalmente emigró a Egipto, donde alcanzó el reconocimiento.

Su principal obra, Mishneh Torah, le valió el mote de Segundo Moisés, por su aporte a la evolución del judaísmo. Lo que también le costó numerosas críticas, incluso fue catalogado como hereje por algunos fanáticos tradicionales.

Se considera que su principal aporte filosófico fue intentar asentar la teología judaica sobre los principios de la razón aristotélica. “Es mejor y más satisfactorio liberar a mil culpables que condenar a muerte a un solo inocente”, escribió.

Jean Buridan (1300 – 1358, Francia)






Obra bizantina sobre el asno de Buridan

Jean Buridán (Béthune, Francia, c. 1300 - c. 1358), en latín Joannes Buridanus, fue un filósofo escolástico francés y uno de los inspiradores del escepticismo religioso en Europa.

Destacó en los estudios de lógica y en los comentarios a Aristóteles. Fue defensor del principio de causalidad. Como autor de trabajos teóricos en óptica y mecánica, formuló una noción de inercia intentando explicar el movimiento con la teoría del ímpetu. Su nombre está frecuentemente asociado al experimento mental conocido como el «asno de Buridán».
Es famosos por ser quien desarrollo la paradoja:

Dios existe
Ni la proposición anterior ni esta son ciertas.
La conclusión final es que, necesariamente, Dios existe pero…

Es celebre por sus aporte al silogismo, la determinación natural y el dinero, y es el autor de la teoría del “asno de Buridan” (nombre que él nunca utilizó), que detalla la muerte de una animal entre dos montones de comida ante la falta de racionalidad.

El asno de Buridán es el nombre que se le da al animal que protagoniza un antiguo argumento de reducción al absurdo contra Jean Buridan (1300 - 1358), teólogo escolástico discípulo de Guillermo de Ockham, defensor del libre albedrío y de la posibilidad de ponderar toda decisión a través de la razón. Para satirizar su posición, algunos críticos imaginaron el caso absurdo de un asno que no sabe elegir entre dos montones de heno (o, en otras versiones, entre un montón de avena y un cubo de agua), y que a consecuencia de ello termina muriendo de inanición (o de sed). Se trata, según algunos, de una paradoja, ya que, pudiendo comer, no come porque no sabe, no puede o no quiere elegir qué montón es más conveniente, ya que ambos montones le parecen iguales. Aristóteles, en el De Cælo, ya se había preguntado cómo un perro confrontado ante dos cantidades idénticas de alimento podría comer.

El ejemplo del asno que muere de hambre por indecisión parece inverosímil, pero es posible imaginar casos menos extremos y más intuitivos de la misma paradoja: piénsese en alguien que sigue la máxima de hacer siempre primero lo que es más urgente y, enfrentado ante varias tareas urgentes, su propia deliberación acerca de cuál es la tarea prioritaria le hace perder valiosísimo tiempo. O piénsese en una persona que ama a dos pretendientes ¿puede amarlos a ambos con la misma fuerza y perderlos a ambos por culpa de su indecisión?

Racionalidad y simetría

Asno de Buridán metafórico respecto a la decisión del canal interoceánico en 1900
El problema es un ejemplo del uso del principio de razón suficiente formulado siglos más tarde por Leibniz, según el cual si no hay una razón suficiente para que una cosa suceda en vez de otra, el principio afirma que no sucede nada, la situación inicial no cambia. La paradoja del asno de Buridán aplica el principio anterior a una situación de simetría bilateral. Otro contexto en el que se suele aducir la paradoja es como argumento de reducción al absurdo del racionalismo para justificar la fe religiosa. Como el asno muerto de hambre, debemos supuestamente tomar una decisión no racional para evitar quedar paralizados en una duda sin fin. Un contra-argumento típico responde que es perfectamente racional reconocer que ambas opciones son igualmente buenas y escoger arbitrariamente una en vez de morir de hambre.

Racionalidad y valor
Por otra parte, en un contexto de interpretación ligeramente distinto al anterior, el significado atribuido a la paradoja es que permite reconocer que ya sea que consideremos racional o no a la decisión, la misma estará siempre impregnada de la noción de valor. Pues la situación planteada en la paradoja conduce a la inmovilidad porque propone al asno dos opciones de igual valor. Pero la mayoría de las decisiones humanas se basan en la percepción de una diferencia de valor; más allá de que tal valoración pueda considerarse racional o no.
15- Pedro Abelardo (1079 – 1142, Francia)
Dedicó su vida a la música, la poesía, la enseñanza y el debate, y es considerado uno de los genios de la lógica, siguiendo los preceptos de Boecio, Porfirio y Aristóteles.

Su misión teórica fue conciliar el realismo y el nominalismo. Además, expuso un controvertida idea en la que reclamaba que la fe estaba limitada por los principios racionales. Su filosofía crítica fue considerada de avanzada en la Edad Media.

Se refiere a una situación paradójica en la que un asno que siempre tenía opciones bien diferenciables para realizar su elección, un día es colocado exactamente entre dos montones de heno de igual tamaño y calidad. La duda lo llevará a morirse de hambre ya que no podrá tomar ninguna decisión racional sobre cuál de los dos montones será su comida. Si bien ha sido nombrada en homenaje al filósofo francés Jean Buridan, la paradoja no fue originada por Buridán originalmente, sino por Aristóteles, que ejemplifica el pensamiento ante una decisión con opciones equilibradas o demasiado balanceadas, con un hombre que permanece inmóvil con tanta sed como hambre entre dos mesas. Una con bebidas y otra con comida. La paradoja es que la supuesta igualdad de condiciones puede condenar a elegir cualquier opción, pero la idea principal no era esa, sino la de elegir siempre la mejor opción. Habiendo dos opciones igual de “mejores” o “peores”, el panorama se complica. Se entra en ciclos de razonamiento complejos y el final es el que todos conocemos: la indecisión.


John Duns Scoto (1266 – 1308, Escocia)





Juan Duns Scoto (en inglés: John Duns Scotus) (Duns, Escocia, 1266-Colonia, Alemania, 8 de noviembre de 1308) fue un teólogo escocés perteneciente a la escolástica. Ingresó en la orden franciscana y estudió en Cambridge, Oxford y París; fue profesor en estas dos últimas universidades. La sutileza de sus análisis le valió el sobrenombre de «Doctor Sutil». Se le consideró santo y se le veneró sin mediar canonización. El 20 de marzo de 1993 el Papa Juan Pablo II confirmó su culto como beato.



Basó su obra en tratar de comprobar la existencias de Dios y en construir un sistema filosófico sólido y coherente. Es el autor más reconocido de la filosofía escotista y el mayor racionalista de la Edad Media.

Utilizaba un hábil y complejo método de análisis, para defender la doctrina de la Inmaculada Concepción y encontrar pruebas rigurosas sobre la existencia de Dios, que le valieron el apodo de “Doctor Sutil”.   Su vida llegó al cine con la película La vida de Duns Scoto de Fernando Muraca.

San Alberto Magno (1206 – 1280, Alemania)






Proclamado Doctor de la Iglesia el 16 de diciembre de 1931 por el papa Pío XI


San Alberto Magno (Lauingen, Baviera, 1193/1206-Colonia, 15 de noviembre de 1280) fue un sacerdote, obispo doctor de la Iglesia, destacado teólogo, geógrafo, filósofo y figura representativa de la química y en general, un polímata de la ciencia medieval. Su humildad y pobreza fueron notables.

San Alberto Magno es el patrono de los estudiantes de Ciencias Naturales y es uno de los iniciadores del sistema escolástico. Fue un encuentro con la Virgen María cuando intentaba escapar de la escuela en la que estudiaba lo que lo convirtió en uno de los teóricos más importantes de su época.

Destacado por su gran memoria, en ese viraje místico escuchó que perdería toda su sabiduría antes de morir. Un fallo en su memoria en una de sus clases, le dio indicios de que el final estaba cerca, por eso se retiró, mandó a construir su lápida y poco después falleció.
San Alberto Magno fue un destacado teólogo, filósofo y hombre de ciencia. Su humildad y pobreza fueron ejemplares.

Estudió en Padua, donde tomó el hábito de Santo Domingo de Guzmán y profundizó en el conocimiento de la filosofía aristotélica, y en París, doctorándose en 1245. Enseñó en algunas de las pocas Universidades que existían en ese momento en Europa, también desempeñó su trabajo en distintos conventos a lo largo de Alemania.

En la universidad de París tradujo, comentó y clasificó textos antiguos, especialmente de Aristóteles. Este gran trabajo enciclopédico sentó las bases para el trabajo de su discípulo Santo Tomás de Aquino. También trabajó en botánica y en alquimia, destacando por el descubrimiento del arsénico en 1250. Sus obras, recogidas en 21 volúmenes, fueron publicadas en Lyon en 1629.

En 1259, fue ordenado obispo de la sede de Ratisbona, remediando algunos de los problemas que tenía la diócesis. En 1263, el Papa Urbano IV aceptaría su renuncia, permitiéndole volver de nuevo a la vida de comunidad en el convento de Wurzburgo y a enseñar en Colonia.

Murió a la edad de 87 años en Colonia. Está enterrado en la cripta de la Iglesia de San Andrés, en Colonia.

Fue beatificado en 1622 y el 16 de diciembre de 1931, Pío XI, proclamó a Alberto Magno Doctor de la Iglesia lo que equivalía a la canonización. Su fiesta en la Iglesia Católica se celebra el 15 de noviembre. San Alberto es el patrono de los estudiantes de ciencias naturales, ciencias químicas y de ciencias exactas.



Roger Bacon  (1220 – 1292, Inglaterra) 




Roger Bacon (Ilchester, c. 1214 - Oxford, 1294) fue un filósofo, protocientífico y teólogo escolástico inglés, de la orden franciscana (tradicionalmente, su nombre se cita seguido por las siglas O.F.M.). Es conocido por el sobrenombre de Doctor Mirabilis (‘doctor admirable’, en latín). Las fuentes bibliográficas suelen castellanizar su nombre como Rogelio Bacon, pronunciándose su apellido a veces como palabra llana y a veces como palabra aguda (habiéndose de escribir en ese caso con tilde —Bacón—).1​


Inspirado en las obras de Aristóteles y en autores árabes posteriores como Alhacén,2​ puso considerable énfasis en el empirismo y ha sido presentado como uno de los primeros pensadores que propusieron el moderno método científico.

El “Doctor Admirable”, es considerado el padre del empirismo, un teoría filosófica con foco en la experiencia, la percepción sensorial y el conocimiento.

Comenzó como difusor de la obra de Aristóteles pero luego fue uno de sus mayores críticos, desarrolló teorías en diferentes campos y sembró la Edad Media de nuevos conocimientos sobre el mundo.

Filósofo, científico y teólogo inglés cuyos acercamientos a la ciencia desde una perspectiva experimental preludiaron la crisis que experimentaría en el siglo siguiente la filosofía escolástica. Roger Bacon estudió en Oxford y se trasladó a París en 1236; tras hacerse franciscano, comentó las obras de Aristóteles y, desde 1247, se dedicó a estudios científicos.
escribió los tratados De los espejos y De la multiplicación de las especies, y una Metafísica; sin embargo, en 1257, se le prohibió enseñar y volvió a París. A instancias de su protector, el papa Clemente IV, emprendió los Communia naturalium (un balance de la ciencia de su época), que abandonó para escribir el Opus maius (1267-1268), obra que envió al papa junto con la ya citada sobre las especies y otras dos (Opus minus y Opus tertium), y escribió también un Compedio del estudio de la filosofía.

En 1277 el general de los franciscanos, Jerónimo de Ascoli, tachó de sospechosas sus obras (sobre todo por sus ataques a San Alberto Magno y a Santo Tomás de Aquino); condenadas sus tesis, estuvo en prisión hasta 1292. Ya en libertad, no pudo concluir su Compendio del estudio de la teología.

Científico avanzado a su tiempo, captó los errores del calendario juliano, señaló los puntos débiles de la astronomía de Ptolomeo, indicó en óptica las leyes de reflexión y los fenómenos de refracción, comprendió el funcionamiento de los espejos esféricos, ideó una teoría explicativa del arco iris, describió ingenios mecánicos (barcos, coches, máquinas voladoras) y tomó de los árabes la fórmula de la pólvora de cañón.
Difusor (en París) y luego crítico de Aristóteles, Roger Bacon adoptó una doctrina de los universales de tipo conceptualista y propuso la «ciencia experimental» como alternativa a la dialéctica escolástica; sin embargo, todo ello se basaba en una cosmovisión creyente, según la cual la ciencia se apoya en la teología (don divino) y la filosofía -su servidora- procede de la revelación desde Adán.


Roberto de Grosseteste (1175 – 1253, Reino Unido) 






Roberto Grosseteste (1175 - 1253) nacido en Stradbroke, franciscano, fue un filósofo escolástico, erudito en casi todos los ámbitos del saber de su época y desempeñó el cargo de Obispo en Lincoln (Inglaterra) durante el siglo XIII.

Uno de los precursores de la filosofía moderna, era erudito y logró llegar a la universidad gracias a la ayuda de sus amigos pues venía de una familia muy pobre.

Prolífico y dueño de una capacidad de análisis que sorprendía a sus pares, se destacó por sus aportes sobre la historia natural, el calor, el movimiento, el sonido, los colores, la luz, la presión atmosférica, el arco iris, el astrolabio, los cometas, la nigromancia, la brujería y la agricultura, ue uno de los primeros en exponer una teoría sobre el multiuniverso y el “Big Bang” .
Estudió en Oxford y París. A su regreso a Inglaterra entró al servicio de William de Vere, obispo de Hereford y cuando éste murió fue a Oxford como profesor, siendo rector scolarum y en 1224 primer rector de los franciscanos en Oxford. Durante este periodo gozó de diversas promociones, incluyendo dos prebendas en Lincoln y los archidiaconados de Wilts, Northampton y Leicester. En 1235 fue nombrado obispo de Lincoln, que era entonces la sede más grande de Inglaterra. Su administración episcopal estuvo marcada por su avance de los intereses espirituales, haciendo uso en ocasiones de medidas arbitrarias. Atacó la corrupción y condenó la incompetencia del clero, instituyendo una visitación sistemática de su diócesis. Fue especialmente severo con las instituciones monásticas, removiendo a siete abades y cuatro priores en el primer año. Su vigor levantó tal oposición que en 1237 le intentaron envenenar. En 1239 comenzó su larga batalla con el capítulo de Lincoln, que le negaba el derecho de visitación. Finalmente suspendió al deán, excomulgó al prior y marchó a Lión para conseguir una decisión papal del caso, que fue a su favor por una bula de Inocencio IV del 25 de agosto de 1245. Grosseteste regresó a Inglaterra como obediente agente del papa, aunque pronto su actitud experimentaría un profundo cambio, ante las pretensiones papales. En 1250 visitó de nuevo al papa en Lión, donde el 13 de mayo predicó un sermón en el que declaraba que la corte papal era el origen de todos los males en la Iglesia, amonestando sobre la necesidad de elegir pastores competentes. A su regreso a su diócesis atacó a los eclesiásticos italianos que estaban abandonando las parroquias inglesas. Halló que los ingresos anuales de los funcionarios extranjeros en Inglaterra nombrados por Inocencio sumaban setenta mil marcos, más de tres veces los ingresos del rey. Al negarse a admitir a un italiano ignorante del inglés a un rico beneficio en su diócesis, fue suspendido temporalmente en 1251. A principios de 1253 rechazó admitir a Federico de Lavagna a una canonjía en Lincoln, a la que había sido designado por su tío Inocencio IV. En una directa, pero respetuosa carta, el obispo le dijo al pontífice que era su deber hacer nombramientos para la edificación, no para la destrucción de la Iglesia (Epist., cxxviii). Esta carta ha hecho más por perpetuar la fama de Grosseteste que cualquiera de sus otras obras.

Su relación con el Estado fue de independencia. Reprendió a los eclesiásticos por detentar oficios civiles y afirmó que a Pedro le pertenecen las dos espadas, no derivando la autoridad del obispo en ningún caso del poder civil. No solo se atrevió a desafiar los mandatos reales en su diócesis, como el de la legitimación de los hijos nacidos antes del matrimonio, sino que dijo al rey las verdades más crudas, rechazando en más de una ocasión instalar a sus comisionados en sus puestos, amenazando incluso con la excomunión al ofensor regio. Como Lutero antes de la dieta de Worms, Grosseteste había confiado en el papa y esperaba que de Roma llegara la solución para la corrupción eclesiástica en Inglaterra. Decepcionado, se apartó rápidamente de cualquier veneración por el pontífice cuando le sorprendió la muerte. En una observación hecha en su lecho de muerte al clérigo erudito y médico John de St. Giles, dio una definición de herejía, preguntándose si no la cumplía el papa. 'Fue el abierto represor del papa y el rey, censor de prelados, corrector de monjes, instructor de clérigos e incansable examinador de los libros de la Escritura y demoledor enemigo de los romanos', según Matthew Paris. Fue enterrado con gran pompa en Lincoln, estando presente el arzobispo de Canterbury y varios obispos en su funeral, lo que contradice la declaración de que el papa lo había excomulgado. Aunque se atribuyeron milagros en su tumba no fue canonizado, a pesar de los intentos de Eduardo I (1307) y los prelados.

Grosseteste ha sido llamado 'pionero de la Reforma', siendo el primer eslabón en la cadena en ese sentido, refiriéndose Wyclif a él y citando sus protestas contra Roma, de la misma manera que Lutero citó a Hus y éste a Wyclif. En su temperamento tempestuoso recuerda a Lutero. No sólo Wyclif, sino también otros, como el obispo Hall, se deleitaron en hallar en el obispo de Lincoln apoyo para sus ideas bíblicas, o como Richard Field para usar su nombre contra las pretensiones del papa, de autoridad suprema en la Iglesia. Grosseteste fue uno de los hombres de más saber de su tiempo y un autor voluminoso. Sus escritos incluyen obras sobre teología, comentarios sobre Aristóteles y Boecio, ensayos sobre filosofía mental y física, traducciones de autores griegos y poemas franceses, e incluso obras sobre administración doméstica. Una lista de sus obras recogida en Life de Pegge, enumera veinticinco impresas en cuarto.

Fragmendo de su obra Comentario a los nombres divinos, VII:

'Este bien en sí es alabado por los sagrados teólogos, como también lo bello y la belleza... Ya la belleza es armonía y adecuación de sí a sí misma y de cada una de sus partes a sí misma y entre ellas y armonía del todo y del todo mismo todas las cosas. Ya Dios, sumamente simple, es suma armonía y adecuación, sin posibilidad alguna de disonancia o discrepancia, no sólo en armonía con todas las cosas, sino además fuente de la propia armonía del ser para todas las cosas. En efecto, el mal, que es discorde de la bondad, es nada. A causa de esto Dios es belleza y bello en sí.'



San Bernardo de Claraval (1091 – 1153, Francia)





Sancti Bernardi vera effigies, grabado de Jacob Neefs para la Sancti Bernardi [...] Pulcherrima & Exemplaris Vitæ Medulla del abad Boudelo, Amberes, 1653.


Bernard de Fontaine, conocido como Bernardo de Claraval o en francés, Bernard de Clairvaux, (castillo de Fontaine-lès-Dijon, (Borgoña), 1090 — Abadía de Claraval, Ville-sous-la-Ferté, Champaña-Ardenas, Francia, 20 de agosto de 1153) fue un monje cisterciense francés y abad de la abadía de Claraval, reformador monástico francés, canonizado en 1174 (Castillo de Fontaines, Dijon, 1091 - Claraval, 1153). Procedente de una familia noble, siguió desde muy joven su vocación religiosa. Ingresó en 1112 en la abadía cisterciense de Cîteaux y muy pronto, en 1115, pasó a dirigir el nuevo monasterio de Clairvaux (Claraval).

Con él, la orden del Císter se expandió por toda Europa y ocupó el primer plano de la influencia religiosa. Participó en los principales conflictos doctrinales de su época y se implicó en los asuntos importantes de la Iglesia. En el cisma de Anacleto II se movilizó para defender al que fue declarado verdadero papa, se opuso al racionalista Abelardo y fue el apasionado predicador de la segunda Cruzada.
En ambos monasterios impuso el estilo que pronto se extendería a toda la Orden del Císter: disciplina, austeridad, oración y simplicidad. Tales ideales le enfrentaron con Pedro el Venerable, abad de Cluny, pues suponían un ataque directo contra la riqueza de los monasterios, la pompa de la liturgia y el lujo de las iglesias cluniacienses.

San Bernardo de Claraval fue un defensor de los derechos políticos y económicos del papa: su mediación en favor de Inocencio II en el conflicto que le enfrentaba con el antipapa Anacleto II (1130-37) se vio recompensada con importantes privilegios pontificios para la orden cisterciense. Su influencia creció aún más al llegar al papado su discípulo Eugenio III (1145-53), antiguo fraile cisterciense.

Bernardo luchó contra las incipientes tendencias laicistas de su tiempo, haciendo condenar el racionalismo de Abelardo y las propuestas de Arnaldo de Brescia de que la Iglesia volviera a la pobreza primitiva. No dudó de la legitimidad de usar la fuerza en apoyo de la Iglesia, incitando a franceses y alemanes a la segunda Cruzada (1146), o haciendo reconocer a la Orden del Temple como realización del ideal del fraile-soldado (1128). Su teología, en cambio, insistía sobre la Virgen María y sobre la humanidad de Jesucristo con una ternura que le valió el sobrenombre de doctor melifluus.

Es una personalidad esencial en la historia de la Iglesia católica y la más notable de su siglo. Ejerció una gran influencia en la vida política y religiosa de Europa.1​

Sus contribuciones han perfilado la religiosidad cristiana, el canto gregoriano, la vida monástica y la expansión de la arquitectura gótica.2​

La Iglesia católica lo canonizó en 1174 como san Bernardo de Claraval, y lo declaró Doctor de la Iglesia en 1830.

Su importancia tanto para la Iglesia Católica como para la arquitectura fue notable. Dentro de la religión fue uno de los grandes difusores de sus dogmas, mientras que en la arquitectura se lo conoce por ser el impulsor del estilo gótico.

Además, fue uno de los primeros filósofos en dar cuenta de los principios básicos de la mística, a la que consideraba como “cuerpo espiritual de la Iglesia católica”.


Thierry de Chartres 





Thierry of Chartres (Theodoricus Chartrensis) or Theodoric the Breton (Theodericus Brito) (died before 1155,[1] probably 1150[2]) was a twelfth-century philosopher working at Chartres and Paris, France.


The cathedral school at Chartres promoted scholarship before the first university was founded in France. Thierry was a major figure in twelfth-century philosophy and learning, and, like many twelfth-century scholars, is notable for his embrace of Plato's Timaeus and his application of philosophy to theological issues.[3] Some modern scholars believed Thierry to have been a brother of Bernard of Chartres who had founded the school of Chartres, but later research has shown that this is unlikely.[4]

Thierry became chancellor of Chartres after his predecessor, Gilbert of Poitiers, returned to his native city in 1141. John of Salisbury,[5] Herman of Carinthia, and Clarembald of Arras were among Thierry's students


Seguidor de Platón y Aristóteles, se basó en sus pensamientos para defender la existencia de Dios. Se destacó por sus escritos sobre el inicio del mundo y los cuatros elementos (aire, agua, fuego y tierra).

Filósofo y teólogo francés que vivió en el siglo XII. Enseñó en París y en Chartres, donde murió hacia el año 1155. Sus obras más importantes: Hepatateuchon, manual de las siete artes, Hexaemeron o De septem diebus, comentario al Génesis, comentarios al De Trinitate y al De Hebdomadibus de Boecio. Introdujo en Chartres una nutrida cultura científica mediante la traducción de textos griegos y árabes. En la explicación de la creación, Teodorico sostiene la tesis según la cual Dios habría creado los cuatro elementos y, a partir de ellos, la "fábrica del mundo" avanza automáticamente de acuerdo con su propia estructura racional, reducible al movimiento matemático de átomos o partículas elementales. Bajo la influencia de Escoto Erigena y Boecio, elabora también la original tesis del "ejemplarismo": Dios es forma essendi de toda cosa, está en todas las cosas ("Deus est omnia"). El panteísmo se evita recurriendo al carácter "ejemplar" de la unidad divina: la multiplicidad de las cosas presupone una unidad trascendente en la que todas ellas se encuentran "ejemplificadas" en la simplicidad divina.


Juan de Salisbury (1120 – 1180, Inglaterra) 





mismo como Johannes Parvus ("El pequeño Juan"),1​ fue un autor, educador y diplomático inglés, además de obispo de Chartres.

Una de las personalidades más influyente del siglo XII y uno de los principales representantes del humanismo medieval, se destacó por su visión organicista de la sociedad.

Comparaba las funciones sociales con las del cuerpo humano, en la que los pies eran los obreros, el ejercito estaba encarnado en las manos, el vientre era la administración, el corazón se relacionaba con el congreso y la cabeza era el príncipe.

Hugo de San Victor (1096 -1141, Alemania)




 Nacido en Besançon en el año 1802  París y  murió  en 1885 a los 83 año,  comenzó desde muy joven a cultivar el gusto por la letras. Con 15 años participó por primera vez en un concurso de poesía. Tras ganar varios premios, a los 20 años, publica Odas y poesías diversas, su primer poemario. Cinco años después escribió la obra teatral Cromwell, con la que se convirtió en una referencia del movimiento del Romanticismo.

“Adopté la ciencia y la filosofía como la manera de acercarse a Dios”, dijo. Dueño de un vasto legado de escritos, se destacan sus obras sobre el conocimiento.

Para él existían diferentes tipo de conocimiento: teórico (como la teología, las matemáticas, la física o la música), práctico (la ética), mecánico y discursivo (retórica y dialéctica).

Poeta, dramaturgo y novelista francés considerado el máximo exponente del Romanticismo en su país. La infancia de Victor Hugo transcurrió en Besançon, salvo dos años (1811-1812) en que residió con su familia en Madrid, donde su padre había sido nombrado comandante general. De temprana vocación literaria, ya en 1816 escribió en un cuaderno escolar: «Quiero ser Chateaubriand o nada».
En 1819 destacó en los Juegos Florales de Toulouse y fundó la revista Le Conservateur littéraire, junto con sus hermanos Abel y Eugène, pero su verdadera introducción en el mundo literario se produjo en 1822, con su primera obra poética: Odas y poesías diversas. En el prefacio de su drama Cromwell (1827) rechazó las reglas del teatro neoclásico, proclamó el principio de la «libertad en el arte» y definió su tiempo a partir del conflicto entre la tendencia espiritual y el apresamiento en lo carnal del hombre; considerado el manifiesto fundacional del teatro romántico, el texto situó a Victor Hugo como cabeza del movimiento, y su casa se convirtió en la sede del cenáculo romántico.

Desde esa nueva posición de jefe de filas del Romanticismo, el virtuosismo poético de Victor Hugo se puso de manifiesto en Las Orientales (1829), que satisfizo el gusto de sus contemporáneos por el exotismo oriental. La censura de su drama en cinco actos Marion Delorme retrasó su aparición en la escena teatral hasta el estreno de Hernani (1830), obra maestra que triunfó en la Comédie Française. La representación de este drama constituyó un auténtico escándalo, pero significó también la victoria de la joven guardia romántica sobre el viejo clasicismo y marcó un hito en la literatura por su ruptura con las rígidas normas de la tragedia francesa.

En 1830 inició una fase de singular fecundidad literaria, en la cual destacaron, además de distintos libros de poesía, su primera gran novela, Nuestra Señora de París, y el drama Ruy Blas. En 1841 ingresó en la Academia Francesa, pero, desanimado por el rotundo fracaso de Los burgraves, abandonó el teatro en 1843. La muerte de su hija Léopoldine, acaecida mientras él estaba de viaje, sumada al desengaño por la traición de su esposa con su amigo Sainte-Beuve, lo sumieron en una honda crisis.
Entregado a una actividad política cada vez más intensa, Victor Hugo fue nombrado par de Francia en 1845. Pese a presentarse a las elecciones de 1848 en apoyo de la candidatura de Napoleón III Bonaparte, sus discursos sobre la miseria, los asuntos de Roma y la ley Falloux anticiparon su ruptura con el Partido Conservador. El 17 de julio de 1851 denunció las ambiciones dictatoriales de Napoleón III y, tras el golpe de Estado, huyó a Bélgica. Si bien es cierto que no publicó ninguna obra entre 1843 y 1851, concibió su novela Los miserables y compuso numerosos poemas que aparecieron posteriormente.

En 1852 se instaló, con su familia, en Jersey (Reino Unido), de donde pasó en 1856 a Guernesey. Allí permaneció, en su propiedad de Hauteville-House, hasta 1870. Republicano convencido, denunció sin tregua los vicios del régimen conservador de su país y en 1859 rechazó la amnistía que le ofrecía Napoleón III.

De este exilio de veinte años nacieron Los castigos, brillante sarta de poesías satíricas; la trilogía de El fin de Satán, Dios y La leyenda de los siglos, ejemplo de poesía filosófica en la que traza el camino de la humanidad hacia la verdad y el bien desde la época bíblica hasta su tiempo; y su novela Los miserables, denuncia de la situación de las clases más humildes.

De vuelta a París, tras la caída de Napoleón III (1870), Victor Hugo fue aclamado públicamente y elegido diputado. Fue derrotado en los comicios siguientes, pero en 1876 obtuvo el escaño de senador de París, posición desde la que defendió la amnistía de los partidarios de la Comuna. Sin embargo, desengañado por la política, regresó a Hauteville-House (1872-1873).

El ritmo de su producción disminuía, pero su prestigio se acrecentaba sin cesar: un banquete conmemoró el quincuagésimo aniversario de Hernani; en 1881, su cumpleaños fue celebrado oficialmente y los senadores, en la tribuna, se levantaron sin excepción en su honor. A su muerte, el gobierno francés decretó un día de luto nacional y sus restos fueron trasladados al Panteón. Considerado como uno de los mayores poetas franceses, su influencia posterior sobre Baudelaire, Rimbaud e incluso Mallarmé y los surrealistas es innegable.

Los miserables o Nuestra Señora de París, el poeta, novelista y dramaturgo es considerado uno de los autores más importantes en la lengua francesa, además de las 13 obras de teatro, nueve novelas, 21 libros de poesía y 14 ensayos, Víctor Hugo también desarrolló una fructífera carrera política, que le llevó a ser Senador.
La fe y la razón según Víctor Hugo en “Los Miserables”,  “El Hombre vive más  de la afirmación que de Pan”

Para Victor Hugo, no existe solo una causa corporal que única comprenda la existencia, pues; siendo ésta la contenedora –recipiente-  del ser (Santo Tomas), debe nutrirse para subsistir, también hay otra, más elevada, que de hecho, aunque no sea una tabla rasa; necesita nutrirse de un elemento importante para poder mantener una armonía Universal respecto a la verdad. Este elemento es: el  conocimiento, la sabiduría, a lo cual Víctor Hugo llama: afirmación. Nosotros, los teístas, le decimos a esta única y absoluta verdad, Dios.

De este modo la fe produce un elemento importantísimo, pues en la medida de no tener la  omnipotencia de Dios, que de hecho debemos aceptar incondicionalmente y, sin lugar a dudas; el solo motivo de creer en su existencia, nos eleva a una esfera superior respecto a la concepción del espíritu, de otra forma dicha: espiritualmente, mental.

“Ver y enseñar no basta. La filosofía debe ser un poder vivo, y debe tener como meta y como efecto, la mejora del hombre”

Nuestro concepto moderno de la educación comulga con esta acepción, por cuanto la filosofía de la educación tiene como fin desentrañar el verdadero objeto –principio fundamental- de la misma, lo cual no es más que programar mejores seres, mediante un ente sublime e ineludible, la conducta, construir  ante la situación ecológica de la tierra una mejor forma de vida; esta tarea es propia del hombre, esta tarea manejada con principios inefables, crea mejores seres, crean la persona humana.

Al afirmar que una cosa cierta que necesita el hombre para ser feliz es, la sabiduría; para esto Víctor Hugo se propone a transformar el Edén de la Biblia en el Liceo de Sócrates, para producir mentes ilustres. La ciencia, en este sentido; debe cordializar con las esferas del espíritu, pues; sería muy triste, solamente gozar sin hacer sacrificios en función de las vocaciones para obtener la perfección de la mente. ¡No solo Gozar! Pues los brutos también gozan. ¡Pensar, ese es el verdadero triunfo del espíritu, de la mente, del alma!

En tal sentido debemos aceptar que la misión de la filosófia es hacer fluir el pensamiento al alcance de la sed del hombre, concederles la panacea, esta es: la noción de Dios.  Demostrarle que no hay mejor solución –a conciencia- para ser mejores que, unir fraternalmente la conciencia y la ciencia (la razón)  y, hacerlos justos por medio de esta razón misteriosa.

“La fe mueve montañas”

Con la Moral, crecen las verdades, la contemplación nos lleva a las acciones, de modo que; al ser lo absoluto práctico, lo ideal debería ser respirable, potable, asequible al espíritu humano. Solo lo ideal mediante la sabiduría puede decir, Tomad, esta es mi carne; tomad, esta es mi sangre, por tal motivo, debemos considerar que la sabiduría es una comunión sagrada. Por ello, mediante esta acepción, la ciencia deja de concebir un amor estéril para convertirse en el modo único y soberano de la unión humana y pasar de filosofía a religión.

 “La filosofía se pregunta si el hombre puede conocer la verdad, las verdades fundamentales sobre sí mismo, sobre su origen y su futuro, o si vive en una penumbra que no es posible esclarecer y tiene que recluirse, a la postre, en la cuestión de lo útil. Lo propio de la fe cristiana en el mundo de las religiones es que sostiene que nos dice la verdad sobre Dios, el mundo y el hombre, y que pretende ser la “religio vera”, la religión de la verdad.”

De este modo se concibe la verdad de Jesús de Nazaret, derivada de una sabiduría más elevada que la que posee toda existencia terrenal. De esta forma debemos proyectarnos en renunciar con justificada razón a un antropocentrismo inexorable y a un progreso como objetivo inminente, si no se unen estas dos fuerzas motoras: creer y amar, fe y razón (Fides et Ratio)
“el progreso es el fin; el ideal es el modelo… ¿Qué es lo ideal? Es Dios”


Al-Ghazali (1058 – 1111, Persia)





Abū Ḥāmid Muḥammad ibn Muḥammad at-Tūsī al-Ghazālī, en árabe أَبُو حَامِد الغَزَالِيّ, latinizado como Algazel (Ghazaleh, Irán, 1058 - Tus, Irán, 19 de diciembre de 1111), teólogo, jurista, filósofo y místico de origen persa. Escribió El resurgimiento de las ciencias religiosas (Iḥyāʾ ʿulūm al-dīn) que es considerada como la obra más importante de la espiritualidad islámica y es la más leída en el mundo musulmán después del Corán.

La historia de este filósofo es tan particular como su obra. Dejó todo tras una crisis de fe, se fue de su casa a meditar y vivir como un mendigo y regresó con El resurgimiento de las ciencias religiosas, considerada la obra más importante de la espiritualidad islámica y la más leída después del Corán.

“No es sabio aquel que, adquiriendo su conocimiento de cierto libro, se convierte en ignorante al olvidar el texto que aprendiera un día. El verdadero sabio es aquel que, por su propia voluntad y sin estudio o enseñanza, recibe de Dios su conocimiento”, es una de sus frases más célebres.



Walafrido Strabo (808 – 849, Alemania) 



Walahfrid Strabo o Walahfrid von der Reichenau, latinizado Walafridus Strabo, españolizado Walafrido o Walafredo Estrabón (Suabia, 808 - 18 de agosto de 849), filósofo, teólogo, botánico y poeta carolingio alemán.
Se le adjudica ser el autor de La Glossa ordinaria, que se publicó de manera anónima pero era uno de los libros centrales en todas las escuelas monásticas y episcopales.
Quizá conocido como Strabo por su estrabismo, fue monje benedictino y discípulo y continuador de la obra de Rabano Mauro y se formó en la célebre abadía de Fulda, en Germania. En 838 sucedió como abad del monasterio de Reichenau a Erlebold y allí escribió dos de sus obras: Liber de visionibus Wettini (hacia 825), un poema en hexámetros en que se describe un viaje al otro mundo, y el tratado de botánica Liber De Cultura Hortorum concluido hacia 827, que testimonia su amor hacia las plantas tanto como su poema Hortulus, en que describe las flores y plantas del jardín conventual, muchas de ellas medicinales. Su prestigio como hombre sabio fue tal que le nombraron preceptor del príncipe imperial Carlos, hijo del emperador carolingio Luis el Piadoso, hijo pequeño de Carlomagno.

Escribió también numerosas homilías, biografías de hombres santos o hagiografías y un importante tratado de historia litúrgica, el Libellus de exordiis... in observationibus ecclesiasticis rerum (MGH Capit. Reg. Franc. II y Patrología latina, t. 114), conocido también como De rebus ecclesiasticis. Prologó numerosas obras, entre las cuales destaca la Vita Ludovici imperatoris de Thégan y la Vita Karoli Magni o Vida de Carlomagno de Eginhardo. Sin embargo se le recuerda sobre todo como autor de la Glossa ordinaria, en la que recogió las explicaciones alegóricas medievales que se daban a los textos de la Biblia. Esta obra, que era anónima, fue acreditada como suya por Johannes Trithemius, abad de Sponheim (1462-1516), y alcanzó un éxito extraordinario durante toda la Edad Media en que fue utilizada como libro de texto, o al menos de consulta, en la mayor parte de las escuelas monásticas y episcopales. Al igual que su maestro, y siguiendo una tradición que viene desde la Patrística, a través de Isidoro de Sevilla y Beda el Venerable, Strabo prefería la interpretación alegórica de la Biblia, algo que será moneda corriente en la tradición teológica cristiana hasta el Concilio de Trento.

Obras más importantes: De cultura hortum: Über den Gartenbau, Reclam, Stuttgart, 2002 ISBN 3-15-018199-2
Codex Vaticanus Reginensis Latinus 469 (C)
Codex municipii Lipsiensis Rep. I n. 53 (L)
Codex Vaticanus Palatinus Latinus 1519 (K)
Codex Monacensis Latinus 666 (M)

Allí, Strabo recogió las explicaciones alegóricas medievales que se daban a los textos de la Biblia. Su nombre real era Walahfrid von der Reichenau, pero se lo apodó como Strabo por su estrabismo.

Marsilio de Padua (1275 – 1342, Italia)




Marsilio de Padua (c. 1275 - 1342-43) fue un filósofo italiano, pensador político, médico y teólogo.

Nació en Padua de una familia de jueces y notarios. Su padre, Bonmatteo de Maianardini, fue notario de la Universidad de Padua. El año de su nacimiento es incierto. Si bien algunas fuentes indican el año 1275, no se tiene certeza al respecto.

Se conoce muy poco de su infancia y su adolescencia. Completó sus estudios en la universidad de París en la facultad de Artes liberales donde fue condecorado con la autoridad de rector en 1313. El tiempo transcurrido en dicha ciudad influyó en gran medida en la evolución de su pensamiento. En París conoció a Guillermo de Ockham y Giovanni Jandun; con este último permaneció vinculado en gran amistad y con él llegó a sufrir el exilio.
Su importancia filosófica es central por su rol en la pelea entre el Papa y el Emperador, pero también por sus ideas políticas.

Convencido de que el ordenamiento estatal debía asegurar la paz y la tranquilidad para los ciudadanos, fueron sus conceptos sobre el poder legislativo (que para él pertenecía al pueblo) lo que lo destacó.


Joaquín de Fiore (1135 – 1202, Italia)




Grabado Joaquín de Fiore
Beato Joaquín de Fiore o de Floris (en Italiano: Gioacchino da Fiore) (1135-1202) fue un abad nacido en Calabria en la Edad Media. Sus seguidores, denominados Joaquinitas, iniciaron un movimiento heterodoxo que proponía una observancia más estricta de la Regla franciscana
Iniciador del movimiento heterodoxo, que proponía un reinterpretación de la historia y el evangelio, fue su interpretación de la Iglesia como un proceso progresivo de perfección lo que lo destacó en su época.
Basándose en el libro bíblico del Apocalipsis de San .Juan, el monje de Fiore predijo el comienzo del apocalipsis en el año 1260.


Vida y escritos de Joaquín.
Nació en una familia rica e hizo un viaje en peregrinación a Tierra Santa, tras el cual se hizo monje. En 1177 era abad del monasterio cisterciense de Corazzo, aunque a veces se retiraba a la casa madre de Casamri para estudiar. Más tarde, no antes de 1188, dejó su lugar en Corazzo y fundó San Giovanni en Fiore, que sería el centro de una congregación que comprendía más de treinta monasterios. Llevando una estricta vida ascética y siendo reputado como profeta, fue grandemente respetado por potentados y papas, quienes le animaron en sus estudios bíblicos. Joaquín era muy leal al papado y exigió a los miembros de su orden no publicar escritos que él hubiera realizado sin que hubieran pasado el examen de la censura papal. Las tres obras que él consideraba más importantes son (1) Liber concordiae novi ac veteris testament i (Venecia, 1510); (2) Psalterium decem chordarum (Venecia, 1527) y (3) Expositio apocalypsis (también llamado Apocalypsis nova, Venecia, 1527). Los comentarios de Isaías y Jeremías que le fueron atribuidos ya a mediados del siglo XIII no son suyos y se diferencian de sus escritos auténticos, especialmente por su dura actitud hacia la Iglesia católica.
Joaquín pertenece a aquellos del siglo XII que, como Bernardo de Clairvaux y Gerhoh de Reichersberg, a pesar de sus sentimientos y actitud eclesiástica, tenían un ojo penetrante hacia los defectos de la vida eclesiástica. A esto, igual que las visionarias Hildegarda de Bingen y Elizabeth de Schönau, añadió una expectativa ante una transformación inminente de todas las cosas. La antigua esperanza de un tiempo glorioso de la Iglesia sobre la tierra, precedido por temibles batallas, se reavivó de nuevo. Esta esperanza la basaba Joaquín en nuevas revelaciones, pero especialmente en las Sagradas Escrituras, para cuyo entendimiento más profundo se imaginó a sí mismo especialmente equipado por la iluminación divina. Esta iluminación, sin embargo, no tomó el lugar del estudio, sino que le guió a una investigación de las Escrituras, demandándole mucho tiempo y esfuerzo, uniéndola a un sistema artificial de teología histórica-profética. Se puede decir a este respecto, siguiendo a ciertos predecesores como Ruperto de Deutz, que abrió un nuevo desarrollo en el campo de la teología profética, un tratamiento que posteriormente sería continuado por Cocceius y Bengel, aunque no debe olvidarse que Joaquín difiere de ambos tanto como difieren el uno del otro.

Su exposición de la Historia.
Joaquín divide la Historia en tres dispensaciones: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo o con referencia a las tres clases principales en la Iglesia, los tiempos de la preponderancia de los casados, de los clérigos y de los monjes. El primer tiempo comenzó con Adán, el segundo con Juan el Bautista, comenzando la preparación del tercero con Benito de Nursia y desarrollándose con la orden cisterciense, anunciándose para 1260 la etapa final. El poder, los Parvuli de ecclesia latina, vendrá de la Iglesia de occidente, que él considera una orden monástica, el ordo justorum. Los escogidos en la Iglesia griega se unirán con la Iglesia católica, teniendo lugar la conversión de gentiles y judíos. Este será el tiempo en el que, como está escrito, el Espíritu y la Vida saturarán la Iglesia; el tiempo del Evangelio eterno. Pero entonces tendrá lugar una última batalla contra el poder del mal, que aparecerá en la persona del último y peor Anticristo, en Gog. Tras esto vendrá el juicio final y se inaugurará el gran sábado de la consumación.

El siguiente pasaje procede de su obra Expositio apocalypsis:

'El primero de los tres estados de los que vamos a hablar se desarrolló en tiempos de la Ley, cuando el pueblo del Señor era aún pequeño y permanecía sometido a las servidumbres de este mundo, sin poder atender a la libertad del Espíritu, ya que no había tenido aquel del que se dice: «Cuando el hijo os haga libres, seréis verdaderamente libres» (Juan 8:16).
El segundo estado nació bajo el régimen del Evangelio y permanece hasta hoy. Hay más libertad que en el pasado pero no tanta como en el futuro. El apóstol Pablo lo dice de la siguiente forma: «Ahora nuestro conocimiento es imperfecto e imperfecta la profecía. Cuando llegue lo perfecto desaparecerá lo imperfecto» (1 Corintios 13:9-10). Y en otra parte dice: «El Señor es el Espíritu y allí donde está el Espíritu del Señor ahí está la libertad» (2 Corintios 3:17).
El tercer estado vendrá al fin del mundo, no oculto bajo el velo de la letra sino en la plena libertad del Espíritu. Entonces será destruido el falso evangelio de los hijos de la perdición y de sus profetas. Quienes se formaron en la justicia serán «semejantes al estallido del firmamento y numerosos como las estrellas en la inmortalidad perpetua» (Daniel 12:3).
El primer estado, que vivió bajo el régimen de la Ley y la circuncisicín, comenzó con Adán. El segundo, que vio la luz bajo el régimen del Evangelio, empezó con Ozías. El tercero, en tanto pueda comprenderse el cómputo de las generaciones, se inició en tiempo de san Benito, cuya cautivadora gloría podrá ser contemplada en su momento, en la época en que se revelará Elías y en la que el incrédulo pueblo judío volverá al Señor de tal forma que el Espíritu clamará por su propia voz siguiendo la Escritura: «Hasta ahora el Padre y el Hijo han actuado conjuntamente; ahora me toca actuar a mí» (Juan 5:17).
Puesto que el contenido del Antiguo Testamento se aplica al Padre por propiedad tipológica, y que el contenido del Nuevo Testamento se aplica al Hijo, la inteligencia espiritual que procede de uno y de otro se aplica al Espíritu Santo. Y más aún, como el orden conyugal que prevaleció en la primera época se aplica al Padre por una propiedad tipológica, y el orden de los clérigos de la segunda época se aplica al Hijo, así el orden de los monjes, a quien pertenecen los últimos grandes tiempos, se aplica al Espíritu Santo. Y, siguiendo esto, el primer estado se atribuye al Padre, el segundo al Hijo y el tercero al Espíritu Santo, aunque de una u otra manera, el estado del mundo se reputa único, y único el pueblo de los elegidos, y todas las cosas en conjunto son muestra del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.'
Su influencia y seguidores. El Evangelio eterno.
Esos pensamientos, expandidos en los escritos de Joaquín, fueron favorablemente recibidos. El siglo XIII estuvo más repleto que el siglo XII de las más extravagantes expectativas y los celosos franciscanos, que pensaban más en el ideal de la pobreza que la Iglesia oficial, no fueron los únicos en defenderlas. Aquí las ideas de Joaquín hallaron tierra abonada, recibiendo una interpretación y expansión que era contraria a su propio significado. También a esta esfera pertenecen los comentarios de Isaías y Jeremías. Gerhar de Borgo San Donnino fue el más extremista. Consideraba que las tres principales obras de Joaquín estaban inspiradas y eran escritos canónicos, sobrepasando el Evangelium aeternum al Antiguo y Nuevo Testamento. Preparó una edición de la obra, acompañándola con glosas y una Introductorius in evangelium aeternum. Esta obra, publicada en París en 1254, originó una gran conmoción (cf. el pasaje de Roman de la rose in Haupt, 379, note 1). Los teólogos de la universidad de París, que se veían amenazados en su posición científica y eclesiástica por los monjes mendicantes, recogieron el guante y emitieron una queja a Roma. En 1225 Alejandro IV designó una comisión para examinar el asunto. El 4 de noviembre de 1255 emitió una bula que condenaba la Introductorius, sin censurar los escritos de Joaquín. Cuando un sínodo en Arlés (1260 o 1263) condenó después sus escritos, esta decisión no obtuvo autoridad eclesiástica general. Su nombre permaneció como uno entre los beatos en el recuerdo de la Iglesia, teniendo como tal un lugar en Acta Sanctorum. Todavía menos pudo esta condenación impedir que las exposiciones proféticas de Joaquín fueran leídas una y otra vez, hallando creyentes, aunque la fecha profetizada de 1260 pasó sin los cambios anunciados. Johannes Petrus Olivi y Ubertino de Casale y en general los spirituales de los franciscanos estuvieron bajo su influencia. Hubo seguidores suyos que se adhirieron al papa así como a los gibelinos, habiendo huellas por toda la Edad Media de joaquinismo.


Nicolás Oresme (1323-1382, Francia)


Nicolás de Oresme nació en Normandía, alrededor del año 1323, fue profesor en el colegio de Navarra, emplazado en donde hoy está la Escuela Politécnica de París, y murió en 1382, siendo obispo de Lisieux.

El Algorismus proportionum y De proportionibus proportionum

En su obra Algorismus proportionum desarrolla Oresme el cálculo de potencias con exponentes enteros y racionales, e incluso deja entrever la posibilidad de potencias de exponente irracional. En un trabajo posterior, De proportionibus proportionum, vuelve sobre las mismas ideas, pero cimentándolas con una base teórica más sólida. Una proposición de De proportionibus merece ser señalada: dadas dos magnitudes, es más probable que sean inconmensurables que lo contrario. Hoy sabemos, en efecto, que el infinito de los racionales es numerable y el de los irracionales no lo es. Nicolás de Oresme sostiene que este resultado invalida las pretensiones de los astrólogos. Las predicciones se basan en observaciones astrales supuestamente exactas, pero sucede que la proporción entre dos tiempos, distancias o velocidades rara vez son conmensurables.

El Tractatus de latitudinibus formarum
Más influencia a la larga que las obras anteriores tuvo el Tractatus de latitudinibus formarum, donde las funciones aparecen por primera vez dibujadas. Todo lo que varía, decía Oresme, lo podemos imaginar como una cantidad continua representada mediante un segmento rectilíneo. Y trasladó al plano lo que hasta entonces habían hecho los geógrafos sobre la esfera. Mantuvo incluso los nombres, y llamó longitud y latitud a los antepasados de lo que hoy llamamos abscisa y ordenada. De este modo demostró la llamada ley de Merton, que ya había sido enunciada por los filósofos escolásticos de Oxford para explicar el movimiento uniformemente acelerado. Si BC es la gráfica del movimiento, el trapecio ABCD representa el espacio recorrido en el tiempo igual a AD, durante el cual la velocidad pasa de ser vi a ser vf.